Hace escasa horas, el Ejecutivo anunció un paquete de medidas económicas de urgencia para ayudar a las empresas y autónomos a sobrellevar la crisis del coronavirus en la economía, pero a la vista está que son claramente insuficientes al tratarse de una mera flexibilización del pago de impuestos, que acababan de ser aumentados.
Además, las medidas excluyen a las empresas que facturen más de seis millones de euros en el año 2019. Una cosa es facturar y otra bien distinta es el beneficio, como bien saben los financieros.
Además, sólo atenderán solicitudes por cuantías de hasta 30.000 euros lo que lo convierte en una medida muy escasa frente a la magnitud de lo que se nos viene encima a corto plazo, ya que es posible que el cierre pueda alargarse durante meses.
Tiempo que hay que atender todos los gastos fijos, los sobrecostes de adaptarte a la nueva actividad, los impuestos que aunque den más plazo, no eximen de su pago, y especialmente con menos ingresos.
Hay sectores que se verán más afectados que otros. Turismo, ocio, hostelería, servicios presenciales, etcétera, tendrán bajadas de facturación de más del 95%.
Otros sectores, como la industria, las tecnológicas, o el transporte entre otros, que verán reducidos sus ingresos notablemente, aunque no tan drástico como los anteriores.
En un ecosistema de empresas de escaso tamaño, que se sabe que no disponen de excesiva liquidez, con problemas estructurales como son la escasa liquidez, nivel de endeudamiento, la rigidez y protección del mercado laboral, los costes elevados de las cotizaciones sociales, la elevada morosidad y la baja competitividad de las empresas, con una gran parte de ellas dando pérdidas, este bloqueo es dramático si se alarga en el tiempo.
Las mejores estimaciones que una pyme media, es que tienen una liquidez media que le permitiría asumir sus costes fijos durante dos meses, siendo miles las empresas que van al día.
Por otro lado, con el nuevo marco tributario del Ejecutivo, que han aumentado los impuestos y los gastos de las cotizaciones sociales a las empresas en los últimos meses una media de un 20%, las previsiones son dramáticas.
Es más, no llegan ni a la mitad las microempresas que en año 2019 dieron un balance de resultados positivo, a las que sólo un mes de ingresos nulos manteniendo los gastos fijos son un drama, dos una catástrofe y tres un cierre seguro si es que llegan a completar un trimestre.
Pero lo que hace realmente daño a las empresas no es la falta de ventas, es la falta de liquidez, que es lo primero que se nota en una crisis. Las empresas empiezan a retrasar pagos, después a no pagar, y muchas empresas van a la quiebra con cartera de pedidos al no poder hacer frente a los pagos debido a su falta de liquidez y roto en la tesorería.
Esta estructura empresarial tal atomizada, con multitud de empresas pequeñas de muy pocos empleados, con escaso grado digitalización y uso de las nuevas tecnologías, es el caldo perfecto para las crisis sean mayores y llegan más rápido en nuestro país que en los del entorno.
Una estructura de Administración excesivamente grande, creciendo a ritmos superiores al crecimiento económico del país, con muchas administraciones duplicadas, y con las comunidades autónomas cada uno por su lado, es un lastre enorme para la economía del país, ya que nada es gratis y sale del dinero de todos los contribuyentes y empresas.
El mercado laboral rígido y con un régimen de protección del empleo excesivo hacen que las empresas tengan serios problemas al tener empleados en su casa sin actividad laboral, con unos trámites para solicitad expedientes de regulación (temporal) de empleo complejos, hacen que las empresas estén en riesgo de subsistencia.
Un empleado que esté cobrando el salario mínimo de 950 € tiene un coste mensual de aproximadamente 1450 € (es decir, un 50% mayor que lo que el empleado ve en su nómina y muchos creen que cobran), siendo la diferencia entre el salario neto y el coste bruto mucho mayor cuando mayor es el salario del empleado. La industria y las tecnológicas emplean personal cualificado y por tanto, paga salarios menos bastante por encima del SMI y del salario medio nacional, pero hace que la necesidad de ingresos líquidos por cada empleado de las empresas industriales y tecnológicas sea mucho mayor que las empresas de servicios o las que trabajan con el salario mínimo.
Los costes fijos, en su mayoría del pago de salarios y seguros sociales, unido al bajón de la liquidez de una crisis fuerte y muy rápida, es el caldo de cultivo para una enorme destrucción de empresas y por tanto de empleo.
Esperemos que la crisis del coronavirus no se dilate en el tiempo. De momento, el confinamiento de la población y por tanto que apenas consume, será de dos semanas como mínimo, pudiendo llegar a todo un mes de absoluto parón.
Le toca al Ejecutivo medidas valientes ya que tiene que hacer frente a un sobrecoste sin precedentes para el sistema público de salud con una necesidad urgente de dar medidas extraordinarias de ayudas directas a empresas como la liberación del pago de las cuotas de autónomos y seguros sociales a muy corto plazo de tiempo para salvar a parte de las empresas de la quiebra inminente y toca tomar decisiones difíciles para decidir que otras partidas se quedan sin fondos.
Desde Conecta Industria queremos seguir dando información de interés para las empresas en estos días de gran incertidumbre social, económico y de salud pública, apelando a la responsabilidad de quedarnos en cada e informar desde nuestros domicilios particulares.
Para aquellas empresas que no pueden realizar el teletrabajo, les recordamos las medidas de contingencia urgentes para empresas que hemos propuesto para evitar la propagación del coronavirus.