El 2020 quedará marcado a fuego en nuestra memoria. El año del confinamiento, de la enfermedad, de la incertidumbre y también del tiempo en el que todos tomamos consciencia de que innovación y tecnología se daban la mano para facilitarnos la vida y fomentar la economía colaborativa. Aunque la preocupación por la crisis en que nos ha sumido la COVID-19 se extienda a todos los sectores, es una evidencia que la pandemia ha sido rotunda con la actividad empresarial: en las semanas más duras, sólo las empresas con cierto grado de digitalización pudieron continuar su actividad.
Nunca hubiéramos podido imaginar que el teletrabajo, una ficción para buena parte de los trabajadores en España, tomaría su protagonismo actual. Hoy, el trabajo en remoto es tendencia y realidad. Una solución que, si bien abre un nuevo espectro de posibilidades para empleados y empresas, también entraña nuevos riesgos que debemos encarar.
Habilitar Escritorios remotos virtuales, supone en primer lugar la necesidad de contar con una infraestructura de seguridad adaptada. Cuando aumentamos el perímetro de acción de nuestro negocio, crece parejo a él la inseguridad. Por ello, siempre remarcamos que es vital contar con una política interna de ciberseguridad que proteja no sólo la estructura informática, sino también nuestros Derechos digitales y los mayores activos con que contamos: la protección de los datos y la propiedad intelectual e industrial.
Se habla de que vivimos tiempos de transversalidad, y no podemos más que asentir porque hace tiempo que somos pioneros en estas lides y apostamos con decisión por la fusión jurídico-tecnológica en nuestra estrategia corporativa. Una apuesta por la Ciberseguridad y el Derecho tecnológico como ejes vertebradores de un entramado que hoy entremezcla asuntos de ética, privacidad, legislación y seguridad.
Debemos colaborar para evitar más cierres que dañen a nuestro tejido productivo
Hoy, las empresas invierten, se arriesgan, son valientes y luchan por sobrevivir. En el Derecho Mercantil contamos con instrumentos que facilitan la adaptación a la nueva situación post-COVID y salvaguardan la actividad empresarial, bien a través de reestructuraciones o mediante la negociación de los pre-concursos de acreedores.
Comenzábamos hablando de cómo estos meses nos han obligado a reflexionar acerca de nuestras vidas y nuestros negocios, y me gustaría despedirme con dos apuntes: el primero es que hemos de devolver a la Innovación y la Investigación el protagonismo que les corresponde en la estrategia corporativa y la segunda es que la innovación es infinita y siempre devuelve sus frutos cuando le damos la oportunidad.
Rubén Fernández
Marketing & Business Transformation