La industria de la automoción, como ya apuntamos en Conecta Industria el pasado martes, se vió obligada a cerrar todas sus fábricas de automóviles, neumáticos y camiones por la presencia de diversas personas afectadas por contagios de coronavirus en sus instalaciones.
Esta industria representada en casi veinte empresas punteras, representa casi el 10% del PBI nacional y emplea a casi el 9% de la población activa. Como era de esperar, toda la industria auxiliar y sus principales proveedores se han visto afectados.
Esta misma mañana, el gigante del acero ArcelorMittal, con las conocidas plantas de Avilés y Gijón en las que fabrica las bobinas de chapa fina con las que se fabrican los automóviles, ha anunciado una bajada de la producción en sus talleres, así como la intención de llevar a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) de fuerza mayor a unos 2000 trabajadores.
Este ERTE de fuerza mayor, provocado por la pandemia del coronavirus, no es el mismo que el que aplica la empresa siderúrgica con regularidad cuando tiene bajadas de producción por empeoramiento del mercado, este es un ERTE como el del resto de los trabajadores de otras empresas, y por tanto, en peores condiciones a las que estaban acostumbrados.
El fabricante de amortiguadores Vauste, también ha anunciado que se recrudece el ERTE que venían sufriendo en los últimos meses cerrando el próximo 24 de marzo, empeorando su situación particular y agravando los problemas que estaban sufriendo en los últimos tiempos.
La cristalería avilesina Saint-Gobain ha cerrado completamente su fábrica con casi 500 trabajadores directos mientras dure la crisis del coronavirus. Una gran parte de su producción iba destinada a la fabricación de cristales para automóviles, quedando la fábrica en stand-by, dejando sus hornos encendidos en espera de recuperar su actividad al regreso de la crisis de la pandemia.
El fabricante internacional thyssenkrupp también ha tenido que parar su actividad de fabricación por la presencia de varios trabajadores afectados en sus instalaciones de Baiña en Mieres.
Por el otro lado de la balanza, toda la industria agroalimentaria está a plena producción. Las grandes del sector como CapsaFood y RenyPicot están trabajando a destajo para abastecer al mercado después de un pico de consumo y desabastecimiento de alimentos cuando el ejecutivo decidió el confinamiento de toda la población.
La mayor parte de la industria de mediano tamaño mantiene su actividad productiva. La mayoría de las empresas industriales está trabajando en dar salida a la cartera de pedidos pendientes de semanas anteriores, aunque todas coinciden en caída la actividad comercial de más del 50% según sectores.
Problemas con la cadena de suministros
La industria que sigue abierta está notando problemas con la cadena de suministros, ya que muchas empresas están cerradas, está habiendo ciertos desabastecimientos en determinados suministros y piezas de recambio, lo que está provocando numerosos retrasos en los tiempos de entrega de los pedidos.
Un sector que está sufriendo especialmente la crisis del coronavirus es el de la logística y no por falta de trabajo, sino por la sobrecarga de trabajo al estar completamente saturado.
Los chóferes de los camiones están haciendo jornadas de trabajo mucho más largas con menos tiempos de descanso, y con falta de estaciones de descanso. Pero la mayor parte de los problemas de la logística se acumulan en la "última milla", ya que las agencias llevan la mercancía a repartir, pero se encuentran con empresas cerrada a las que no pueden entregar los pedidos, retornando a los almacenes y provocando saturaciones y problemas importantes de saturación.
La industria esta pasando por una situación de extrema incertidumbre, que está afectando a las empresas de forma muy importante. Unas con cierres directos, otras por seguir trabajando en malas condiciones y por tanto con menos productividad, y prácticamente todas con preocupación e incertidumbre, las inversiones se han paralizado y el riesgo a la morosidad y falta de liquidez.
Recientemente, Juan Martínez Baragaño, escribió sobre el enorme riesgo de colapso en las pymes y autónomos debido al falta de liquidez y la alta fiscalidad.