La economía sueca logró permanecer relativamente inmune a la última crisis financiera y el país ha podido disfrutar de una situación económica estable en los últimos años.
El crecimiento de Suecia se ralentizó durante la segunda mitad de 2018 y, al igual que sus vecinos europeos, se enfrenta actualmente a una desaceleración que, según las últimas previsiones, arrastrará la evolución del PIB hasta el 1,5% durante este año y podría situar a este indicador en el 1,3% para 2020.
Ello no obsta para que las principales agencias de calificación continúen avalando la solidez de esta economía, que califican con un rating AAA con perspectiva estable (Moody’s, septiembre de 2019).
La inversión extranjera directa (IED) ha jugado desde hace muchos años un papel importante en el crecimiento de la demanda y en la citada evolución económica y, muy posiblemente, seguirá desempeñándolo en el futuro.
Se calcula que más de 10.000 empresas extranjeras están radicadas allí y son fundamentales en el mercado laboral local, al dar trabajo a más de medio millón de personas.
Suecia se considera a sí misma la capital de Escandinavia y, pese a que cuenta con un mercado relativamente pequeño -10,2 millones de habitantes-, disfruta de una sólida influencia estratégica y económica en la región, además de ser un inversor internacional relevante, tanto entre los vecinos como a escala mundial.
La mayor parte de la IED captada por este país procede del resto de miembros de la UE y de las principales economías mundiales, aunque existe una gran diversificación y cierta volatilidad. De hecho, y de acuerdo con los últimos datos publicados por la Oficina de Estadísticas de Suecia, los principales inversores en 2018 fueron los Estados Unidos, con una cifra estimada en más de 1.500 millones de euros, China, con cerca de 1.300 millones, y los Países Bajos, con casi 1.250 millones de euros.
Si bien la presencia inversora foránea es variada en cuanto a su destino, la industria manufacturera continúa siendo el principal foco de atracción, a la que se unieron en 2018 las actividades relacionadas con la industria del equipamiento de transporte, la producción de metal y los servicios legales y profesionales.
Fortalezas relevantes
A pesar de la situación internacional desfavorable, sobre todo por el impacto que puede tener el inacabable proceso del Brexit en la economía sueca, el país mantiene su elevado atractivo, pues cuenta con una fuerza de trabajo multilingüe, cualificada y con alto poder adquisitivo, y dispone de un marco para los negocios muy competitivo y de un régimen fiscal ventajoso.
Además, el Gobierno sueco ha desarrollado una serie de políticas destinadas a facilitar la entrada libre de inversiones, que normalmente no precisan de autorizaciones previas.
Existen igualmente diferentes tipos de incentivos financieros, que incluyen subvenciones y préstamos tanto a escala nacional como regional, así como otras ayudas relacionadas con la contratación, formación y educación del personal, muchas de ellas dirigidas a animar el establecimiento y expansión de compañías extranjeras en las zonas rurales y menos pobladas del país.
En este ámbito, Tllväxtverket, la Agencia Sueca para el Desarrollo Económico y Regional, y las autoridades regionales son las encargadas de gestionar esas ayudas y a ellas se unen las establecidas en los núcleos de población más importantes.
Crecen las oportunidades
En el sector de la construcción, la capital, Estocolmo, está experimentando uno de los períodos más intensivos desde los procesos de urbanización de los años sesenta, lo que ya ha repercutido en el incremento de la demanda en una actividad que tiene que dar rápidamente solución al incremento de la población, tanto en la capital como en las principales ciudades (Gotemburgo y Malmoe, principalmente).
Por otro lado, el Plan Nacional de Infraestructuras para el período 2018-2029 plantea una inversión de más de 60.000 millones de euros, con unos 114 proyectos de diverso tamaño previstos hasta 2022.
Más de 30.000 millones de euros de esa cantidad se destinarán al desarrollo de nuevas infraestructuras, mientras que 16.400 millones de euros se dirigirán hacia la construcción y mantenimiento de carreteras y otros 12.500 servirán para mejorar el sistema ferroviario.
Suecia es también uno de los líderes europeos en materia de innovación y sigue incentivando el desarrollo de diferentes polos de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a través de la promoción de la inversión continua y de programas como el Smart Industry Initiative, que ha destinado cerca de 300 millones de euros a investigación.
Gracias a ello y a la amplia experiencia anterior, el país nórdico es protagonista en la expansión de la zona de Öresund, ubicada entre Malmoe y Copenhague y capital TIC de facto de la región, y dispone de importantes clústeres, como el especializado en tecnología inalámbrica de Kista, en Estocolmo, TelecomCity, en el sur del país, o el parque tecnológico en torno a la Universidad de Linköping, entre otros. Este ecosistema se ha mostrado ideal para la aparición de nuevas firmas especializadas y para el asentamiento de algunas de las principales multinacionales del sector.
Presencia española
El papel inversor de las empresas españolas en Suecia aumentó notablemente tras la adhesión del país escandinavo a la UE en 1995, pero la crisis de la década pasada supuso un importante freno a esta expansión, que se vio de nuevo impulsada a partir de 2014, año en el que se registró la cifra histórica de casi 700 millones de euros de inversión.
Desde entonces, y de acuerdo con las cifras ofrecidas por Datainvex, los flujos de inversión bruta española han ido fluctuando notablemente y significaron más de 67 millones de euros en 2018, cerca de la mitad de lo registrado durante el ejercicio anterior, mientras que apenas representaron 4 millones de euros en el primer semestre del año en curso.
Cerca del 50% de toda la inversión bruta realizada por nuestro país en el período comprendido entre 2007 y 2017 se dirigió hacia los servicios financieros y otra parte importante, el 21%, tuvo como objetivo el sector de la fabricación de locomotoras y el material ferroviario, mientras que el resto se centró en otras actividades relacionadas con la energía o la instalación de maquinaria.
Si bien las firmas españolas no son todavía, en general, demasiado reconocidas, su presencia es cada vez mayor en el mercado local. Las oportunidades que ya se están originando de la mano de los diferentes planes de infraestructuras y vivienda están impulsando una creciente presencia de compañías españolas especializadas.
Son los casos de empresas como OHL, con un proyecto para la mejora de una de las rutas de ferrocarril más transitadas del país, en consorcio con una constructora sueca (los consorcios con empresas locales son difíciles, y este es un ejemplo de éxito)
Otros dos ejemplos de firmas españolas más exitosas en los últimos años en cuanto a adjudicaciones logradas son Rover Alcisa y COMSA.
No obstante, hay que tener en cuenta que, pese a que el idioma inglés está muy extendido en todos los ámbitos, el sueco siempre prevalece y esto puede suponer un obstáculo en las licitaciones de ingeniería civil, pues la mayoría de ellas, como las convocadas por Trafikverket, Swedavia o Västtrafik, están en ese idioma.
De igual modo, también se presentan nuevas oportunidades para nuestras empresas en los sectores de las tecnologías de la información (que ha recibido importantes inversiones en los últimos años) y en las actividades relacionadas con la salud, la logística, el transporte, el turismo y las energías renovables.
Por último, hay que recordar que Suecia aplica el principio de no discriminación como consecuencia de su pertenencia a la UE y de la firma de diversos acuerdos internacionales, lo que significa en la práctica que, salvo en condiciones y ámbitos excepcionales, las inversiones españolas reciben el mismo trato y deben cumplir los mismos requisitos que las locales. Desde 1976, se encuentra en vigor un Convenio para evitar la Doble Imposición con este país.
Javier García Cuesta
Vía ICEX.