“Ordem y Progresso” (Orden y Progreso) es el lema que figura en la banda central de la bandera de Brasil y que, de forma muy resumida, podría describir cómo viene siendo la evolución del desarrollo de las energías renovables en este país.
La matriz energética brasileña ha estado dominada por la hidroenergía proveniente de las grandes represas instaladas en el país, que posee una quinta parte de las reservas hídricas del planeta. Cabe mencionar que la segunda mayor planta hidroeléctrica del mundo se ubica en la frontera entre Paraguay y Brasil, Central Hidroeléctrica de Itaipú, con 14,000MW de potencia instalada y que produce casi el 20% de la demanda de energía eléctrica de Brasil.
Sin embargo, en los últimos tiempos, tanto el incremento de la preocupación ciudadana por los impactos medioambientales como el elevado coste de los grandes proyectos hidroeléctricos y la sequía que en estos últimos años ha impactado en la producción eléctrica hídrica, han hecho que no se planteen nuevos proyectos de este tipo y que el desarrollo de las energías renovables en Brasil se centre en el desarrollo de fuentes alternativas.
La matriz eléctrica brasileña, basado en la Oferta Interna de Energía Eléctrica (OIEE), tuvo en 2018 una clara composición renovable con un 83,3% proveniente de fuentes renovables de energía. Tras la energía hidroeléctrica, con un 66,6% de OIEE, se situó en segundo lugar la energía eólica que en 2018 creció un 14,4% frente a 2017. La energía solar creció a un vertiginoso 316% en 2018 frente a 2017, pero tan solo representa el 0,54% de la matriz frente al 7,5% de la energía eólica.
Las fuentes renovables alternativas con mayor empuje han sido las energías de fuente eólica y solar. El gobierno brasileño diseñó un programa de fomento de dichas energías liderado por el Ministerio de Minas y Energía y apoyado en diferentes organismos públicos, principalmente ANEEL (Agencial Nacional de Energía Eléctrica) y BNDES (Banco Nacional de Desarrollo). La política de desarrollo de energías renovables alternativas tiene como principales pilares (a) las subastas de energía en las que se reservan cupos por tipo de tecnología y (b) programas de financiación de las inversiones mediante créditos a tasas muy competitivas, siempre que los emprendimientos cumplan con las llamadas “Reglas de Contenido Local”.
Las fuentes renovables alternativas con mayor empuje han sido las energías de fuente eólica y solar
Con los requisitos de contenido local, además de potenciar el desarrollo de determinadas fuentes de energía, el gobierno brasileño ha impulsado el desarrollo tecnológico del país mediante la imposición de determinados porcentajes (normalmente 60% en peso y valor de los componentes) así como la obligatoriedad de fabricación en territorio brasileño. En el caso de la energía eólica, los requisitos de contenido local fueron en aumento de forma progresiva desde 2012 hasta 2017 y desde entonces se mantienen constantes. Durante los cinco años de incremento en los requisitos de contenido local, la demanda generada en las subastas se mantuvo en niveles que atrajeron inversión extranjera de forma muy considerable y numerosas empresas y proveedores del sector eólico decidieron implantarse en Brasil para garantizar el cumplimiento de las normas. La inversión extranjera fue complementada con el desarrollo de la cadena productiva local para adaptar sus instalaciones y procesos a las particularidades del sector eólico con requisitos específicos y normativa de certificación particular. Durante este proceso, Siemens Gamesa, líder española en el sector eólico, siempre estuvo a la vanguardia del desarrollo y se vio acompañada por numerosas empresas españolas que aceptaron el reto de instalarse en Brasil y acceder así al mayor mercado Sudamericano. Entre las empresas más destacadas que se instalaron en Brasil junto a Siemens Gamesa destaca la asturiana Windar, que posee una unidad productiva de torres metálicas en Camaçari (Estado de Bahia) con excelente tecnología.
Los retos de instalarse en Brasil han sido notables para todas las empresas. Como en toda implantación industrial, es de vital importancia la selección del emplazamiento y más si se trata de la industria eólica, que tiene requisitos logísticos muy complejos, con transporte de componentes con pesos de hasta 100 toneladas y dimensiones fuera de cualquier estándar (hasta 65m de longitud). El aspecto de capital humano también ha jugado un papel relevante debido a la escasa disponibilidad de personal con formación técnica en determinadas regiones del país. Para finalizar, no hay que olvidar la complejidad del sistema fiscal brasileño, que es muy distinto a los sistemas europeos y que se ve reforzado por un estricto sistema aduanero como corresponde a una economía proteccionista. Estos desafíos, combinados con la fluctuación y altibajos de la demanda desde 2017, hacen que, aun siendo un mercado en expansión, resulte un reto el mantener la rentabilidad de los negocios.
Los retos de instalarse en Brasil han sido notables para todas las empresas
Pese a la complejidad y los riesgos, la evolución tecnológica y de productividad experimentada en Brasil en el último lustro han logrado que la energía eólica se convierta, de acuerdo con la última subasta de energía en 2018, en la tecnología más barata de producción eléctrica con un precio por MWh de 90,43 BRL, tan solo por detrás de las grandes hidroeléctricas, y mejorando los costes de tecnologías basadas en combustibles fósiles como las térmicas a gas, con un precio por MWh de 180 BRL.
En cuanto a la energía solar, el crecimiento está siendo exponencial y su enorme potencial hará que en los próximos años se incrementen las unidades productivas. El proceso de nacionalización de la cadena productiva está aún en fase de evolución y se estima que en 2020 aún no habrá llegado a estabilizarse.
Ambas fuentes de energía, solar y eólica, tienen como principales desafíos la mejora de la productividad de toda la cadena productiva que permita continuar con la competitividad del precio de la energía, sin comprometer los márgenes, garantizando la viabilidad del negocio.