Es la primera vez que viajo a la zona del Caribe y espero encontrarme con Curro.
Curro fue un personaje empleado en una campaña publicitaria por una agencia de viajes para promocionar viajes al Caribe. La campaña es de los 90 y tuvo bastante impacto.
El caso, es que cuando uno viajaba en la década de los 90, organizar un viaje era completamente diferente a como se hace ahora. No sé si más fácil o difícil, era diferente.
Casi todo dependía de una agencia de viajes, vuelos, hotel, etc. No había webs con valoraciones de clientes que habían estado antes. Una vez hecho el viaje, lo que tu opinabas como cliente era prácticamente insignificante para el establecimiento. Para la agencia sí era importante porqué tenia que seguir vendiéndote viajes, pero para el hotel no. Detrás tuya vendría otro que pagaría sus vacaciones en ese hotel, sin saber como lo valoraban los usuarios que habían estado antes.
Con la digitalización, todo cambió. Los clientes tomaron las riendas. El cliente tenia el control y que el hotel estuviese lleno o no, dependía de su forma de trabajar.
La digitalización se comió en 5 años la forma de trabajar de todo un sector.
Este proceso de digitalización no es exclusivo del sector viajes/turismo. La movilidad urbana o el sector de la información también lo han sufrido.
Sin embargo, hay sectores en los que la digitalización 4.0 todavía no ha entrado. Uno de ellos, la construcción.
Durante estas últimas décadas, la construcción se ha digitalizado, pero no en todas sus fases. Este proceso se ha reducido casi exclusivamente a etapas iniciales de un proyecto, como son el diseño, cálculo de estructuras o elección de la ubicación de una infraestructuras.
Ya no pintamos los planos con tinta china y grandes mesas ni calculamos estructuras con ábacos y un papel, si no que lo hacemos con potentes softwares.
¿Pero qué pasa cuando ya tenemos todos los cálculos y planos hechos y nos ponemos a construir?
Que apenas hay trazabilidad y ya no hablamos de digitalización.
Que una empresa que ejecuta una infraestructura, tenga la trazabilidad de como hizo la obra, en que fechas se hicieron las unidades de obra o saber si quedaron terminadas o no un día determinado, es una tarea casi imposible hoy en día.
Obtener esta información y gestionarla es para mi el gran reto en el sector de la construcción, en cuanto a digitalización.
¿Por qué es importante tener esa trazabilidad?
Las infraestructuras, cuando se terminan de construir, empiezan a ser usadas por los usuarios y hay que hacerles mantenimientos preventivos y correctivos.
Si hay trazabilidad de lo que se ha hecho en la fase de construcción, cuando se esté haciendo el mantenimiento, se sabrá con mayor precisión que problemas se han tenido durante la ejecución de la obra y el trabajo de mantenerla probablemente será más sencillo.
Para abordar este problema, desde hace algún tiempo está el BIM. Pero, primero sepamos qué es el BIM. Según Wikipedia.
“Es el proceso de generación y gestión de datos de un edificio durante su ciclo de vida utilizando software dinámico de modelado de edificios en tres dimensiones y en tiempo real, para disminuir la pérdida de tiempo y recursos en el diseño y la construcción. Abarca la geometría del edificio, las relaciones espaciales, la información geográfica, así como las cantidades y las propiedades de sus componentes”
El BIM es una herramienta tan ambiciosa como ineficaz a corto palazo. Quizás me confunda. Pero, el gran problema es: ¿quién va a alimentar la plataforma con esos datos complejos?
La parte de diseño está clara. En el fondo están haciendo lo que siempre han hecho, pero con algunas diferencias.
Pero, ¿en la etapa de construcción? En las obras, entre el 80% y el 90% del personal es poco cualificado y su trabajo es colocar ladrillos, hormigón o interruptores. ¿Los veis trabajando y hablando de software dinámico, relaciones especiales, información geográfica…? En el corto plazo yo no.
La única solución es tener un grupo de ingenieros y arquitectos alimentando el BIM, a costa de encarecer el proyecto. Esto choca con el sistema de licitaciones actual donde el precio es el aspecto más importante.
En definitiva, tenemos que desarrollar tecnologías y sobre todo formas de operar que sean aplicables en el corto plazo. A largo plazo, la labor del operario de construcción probablemente será colocar ladrillos, y también el BIM.
Pero, a corto plazo debemos de pasar por soluciones cercanas, prácticas y que tengan en cuenta la realidad en la que se mueve el sector, que son baja cualificación y baja rentabilidad del negocio. Y sobre estos criterios se desarrolla la propuesta de valor de la plataforma VenVe, sencillez, geolocalización y procesos que resulte familiares.
Ahora llega el momento de decidir si queremos seguir gestionando los proyectos de construcción como se contrataban las vacaciones en la época de Curro, con muy poca información. O por el contrario tener documentada fase de construcción de forma más práctica y en unos años ya llegaremos al BIM.
