Susana Pascual es una madrileña nacida en 1983 pero con corazón asturiano, "yo me siento asturiana por todos los costados, nací en Madrid de forma casual". La CEO de PixelsHub, ha sido nombrada como una de las mujeres emprendedoras de referencia en España en 2020.
¿Se esperaba formar parte del listado de las mujeres que lideran el ecosistema emprendedor español?
No me lo esperaba, de hecho, cuando lo buscas, nunca te llega y cuando no lo haces te llega. Fue una grata sorpresa porque, al final, quiere decir que algo estamos haciendo bien. No lo saboreé del todo, porque al no pelearlo te queda una sensación un poco agridulce, pero es verdad que te pone el listón otra vez muy alto para saber que tienes que mantenerte, tomarlo como una plataforma para seguir creciendo. Espero que pronto, ese reconocimiento que tengo fuera, lo pueda tener aquí. Todo el mundo me conoce y me siento muy apoyada, pero tampoco tengo ningún tipo de reconocimiento como tal que lo pueda poner en el currículum.
¿Estos premios sirven para visibilizar y potenciar el papel de la mujer en el ámbito de tecnología?
Si, cualquier reconocimiento sirve para potenciar a cualquier persona, es decir, lo que hace es ponerte en el mapa, seas mujer u hombre. En el caso de las mujeres lo que es diferente es que quizás tengamos menos presencia en medios, sobre todo mucha menos cuando se habla de tecnología. Que esta plataforma te sitúe a nivel nacional es impresionante y hay que aprovecharlo. El que te ayude o no, en mi opinión, depende de uno mismo el saber utilizarlo. En mi caso, la mala suerte que he tenido es que me ha pillado una pandemia, por lo que me está costando más.
Es muy llamativo que muy poca gente de puestos directivos de empresas multinacionales a nivel regional se hayan puesto en contacto conmigo. Hace unos días me preguntaban que, si hubiese sido hombre hubiese sido así, y quiero pensar que no, que sería igual, pero ya te queda la duda.
Sin embargo, en el ámbito de la Administración he notado un cambio a raíz del reconocimiento; me han metido en el grupo del G-25, al nivel del IDEPA y del CEEI siempre estoy muy respaldada. Pero, al fin y al cabo, mi negocio no es la Administración, es la empresa privada y me da mucha pena tener que irme fuera a trabajar.
¿Cómo surge PixelsHub?
Casi como lo mejor de la vida, es aquellas cosas que no planeas. Nunca se puso en mi cabeza montar PixelsHub y surgió de una forma residual. Si que es verdad que yo tengo un carácter y una forma de ser muy emprendedora, muy luchadora en la educación y en la formación, me va en los genes. Siempre tenía ese gusanillo, monté otras dos iniciativas que están por ahí dormidas pero vigentes. Esto surgió a través de trabajar en el grupo de investigación de la Universidad de Oviedo con Ramón Rubio.
En la Universidad, como sabemos todos, hay mucho conocimiento, pero no sale de esas cuatro paredes; por lo que aprovechamos ese conocimiento para saber si había una necesidad en el mercado, la identificamos y es como surgió la empresa. Igual que lo hice yo, creo que se podrían replicar muchos casos de éxito, pero para eso se necesita un perfil en la Universidad que no sea solamente investigador, sino que también comercial.
¿Qué objetivos se marca a medio-largo plazo la compañía?
Ahora, el objetivo prioritario que tenemos es crecer de una forma sostenible, de la mano de lo que está pasando en nuestro entorno y aprovechar la situación actual para dar un salto a nivel nacional. Estamos pendientes de la contratación de nuevo personal que se una al equipo, haciendo una inversión fuerte gracias al apoyo que tenemos del grupo Iberinsa que tiene una parte minoritaria de la empresa, para poder hacer ese crecimiento.
Realidad Aumentada y Realidad Virtual... ¿forman parte del día a día de la industria?
Todo el mundo quiere oír sobre este tipo de tecnologías porque eso quiere decir que algo está pasando. El problema es que una cosa es oír y otra es escuchar. Por desgracia, vivimos en un país que se ha visto sacudido muy fuertemente por la crisis del ladrillo en el 2008 y por esta crisis actual del coronavirus y no nos ha permitido despegar para volver a meternos en otra.
Las grandes empresas están siguiendo estrategias de digitalización muy potentes para implementar estas tecnologías, pero igual que la nuestra, otras tantas de lo que conforma todo el conglomerado que es la Industria 4.0. Queda todavía bastante, me atrevería a decirte que no hay todavía ni un 1 % de todo lo que va a llegar y que va a venir muy rápido.
Esta es la impresión que yo tengo, no va a ocurrir en todas las empresas que hay en España ni a nivel internacional. Por ejemplo, el otro día estaba hablando con un chico que está trabajando en Silcon Valley, en una empresa del sector automoción para un proyecto y estos temas aún están muy verdes también. La diferencia de Silcon Valley no es la tecnología que tienen, sino la forma de vender, que venden bien, lo consiguen y lo hacen. Aquí lo hacemos bien pero nos vendemos mal, esa es un poco la diferencia.
¿Es muy difícil convencer a las grandes empresas asturianas para que apuesten por una startup del Principado?
Yo creo que no es cuestión de la multinacional, sino más de la persona que hay en la empresa. Por ejemplo, nosotros cuando éramos una semilla, el Centro de Innovación de thyssenkrupp, a través de Javier Sesma, creyó en nosotros, en lo que hacíamos y empezamos a trabajar con ellos. Aquí nosotros lo que hacemos es totalmente compatible y alineado con los procesos productivos de Dupont, Ence, Bayer, ArcelorMittal... En Arcelor empezamos un par de proyectos muy interesantes gracias a dos personas muy potentes que tiene dentro, Ana Fernández en I+D y Mónica Varas y Francisco Javier Rubio en Seguridad, pero al final no fue aguas arriba porque la estrategia no estaba definida y para mí, Arcelor es un centro de oportunidades para muchas personas, pero si no apuesta por las personas es complicado, está en sus manos.
Liderazgo femenino
Recientemente estuvo participando en la presentación del chapter asturiano de W Startup C, ¿qué destacaría de este tipo de iniciativas?
Este tipo de iniciativas pone en contexto la mujer de tecnología y emprendedora en el mundo. Además, tiene ámbito global por lo que te permite hacer un Networking muy enfocado. Al final, parte de la responsabilidad que tenemos las personas que hemos conseguido de alguna forma subsistir en un entorno tan hostil como es el de la empresa, tienes la obligación de que, esa gente que está interesada pueda visibilizar perfiles de personas reales, mujeres, que llegan a hacer las cosas que quieren hacer, porque no es tan frecuente conseguirlo, ya seas hombre o mujer; el índice de supervivencia de nuevas empresas esta en 2 años y medio aproximadamente. Por poner en contexto a todas esas personas que lo han conseguido y que pueden ayudar a visibilizar, hay que apoyarlo.
¿Qué valor diferencial puede aportar el liderazgo femenino a las organizaciones?
No hay mujer u hombre, es persona. Lo que hay que dar es a las mujeres la oportunidad de que se muestren como personas con las capacidades y competencias que tienen. Lo que no puede ser es que estamos por sistema perdiendo al 50% aproximado de las mentes pensantes que tenemos en este país. Tenemos que dar acceso a todo el mundo, a que se exprese y pueda aportar puntos de vista diferentes, y valorarlos; a veces son más emocionales, más intuitivos, más sostenibles y no tan arriesgados o todo lo contrario. Creo que depende de las personas.
¿Es la educación la palanca de cambio que se necesita o tiene que ser por otros lados como por ejemplo por normativa?
Personalmente, nunca he estado a favor de los cupos en las empresas porque me parecía que no ponía en valor a la mujer por el hecho de ser profesional, sino por el simple hecho de ser mujer. Sin embargo, con el tiempo, me he dado cuenta de que mi mundo y mi entorno no es lo habitual. Es decir, hay mucha gente que no puede acceder a puestos directivos porque sus entornos no consideran que están capacitadas para llegar a puestos directivos. Por desgracia creo que sí hay que poner ciertos cupos para que las empresas se vean forzadas a valorar otros perfiles y ya con el tiempo demostrar, en igualdad de condiciones, que cualquier persona puede llegar a puestos directivos.
Por otro lado, creo que no es un tema solamente educacional, sino cultural. No solo es educar en valor tanto a mujeres como a hombres, sino enseñar que tanto mujeres como hombres hacen lo habitual, pueden estar en puestos directivos. Es necesario que socialmente no nos suene extraño que, en Dupont, la directora sea una mujer. Ojalá llegue el día que no nos lo cuestionemos, es Ángela Santianes, ni una mujer ni un hombre, es la persona.
Yo, con mi entorno, nunca me he sentido discriminada por ser mujer, pero tampoco he permitido que se me discriminara. Nunca he ido a un sitio y he pensado que no me han dado un proyecto o no he podido hacer algo por ser mujer, y quiero pensar que es así. Para que empecemos a tener esa presencia, alguien tiene que abrir la puerta a normalizar, la gente no puede verlo hasta que no estas dentro y algo debe abrirte la puerta.
Hablemos de la Universidad, ¿Por qué es más difícil encontrar mujeres en carreras STEM? ¿Quién tiene la culpa de esto?
Hay un problema que la Universidad no está asumiendo y es que en el mundo de la tecnología hay un gap tremendo entre lo que se enseña y lo que demanda el mercado, ese hueco no lo está cubriendo nadie. No puede ser que yo tenga que invertir mi dinero empresarial para formar a gente en lo que hacemos cuando ahí ya existe claramente una necesidad de mercado y que, la Universidad, esté de espaldas a esto. La Universidad tiene que estar mucho más dispuesto a cubrir estos huecos.
Por ejemplo, no puede ser que el MediaLab, una entidad tan flexible que está entre la Universidad y la empresa pura, estén tratando de unir un puente y no tengan recursos para hacerlo. Soy patrona del MediaLab, he puesto dinero como startup para que el MediaLab funcione, puedo contar con el dedo de una mano cuantas empresas privadas han puesto dinero. Sin embargo, están dando dinero a fundaciones, que es estupendo, pero después no pueden quejarse de que la gente no sale preparada de las Universidades.
Estos cambios se deberían dar también en los colegios e institutos. Los planes educativos siguen siendo iguales, pero con nombres diferentes que cuando nosotros estudiábamos, no tiene sentido. Te hablo a nivel público, privado y concertado. Realmente, si quieres resultados diferentes, tienes que hacer las cosas de manera diferente, no puede ser algo superficial.
¿Qué consejo le daría a una joven que se plantea su carrera profesional en el sector tecnológico?
A mí lo único que me ha servido es estar muy atenta a oportunidades muy diferentes e intentar hacer las cosas de una forma diferente. Cuando te dicen que la gente que triunfa lo hace de una forma, busca como lo ha hecho, pero intenta buscar tu forma alternativa de triunfar, porque al final nos movemos por modas y si todo el mundo hace lo mismo es muy difícil destacar.
En mi caso, hace años, fue duro; se juntó lo duro que es emprender con la tecnología disruptiva que ofrecíamos en ese momento. También influyó estar en una región apasionante como es Asturias, pero con las carencias que tiene en cuanto a conservadurismo y demás. Fue un camino muy duro, lo sigue siendo porque nadie te regala nada, tienes que seguir para adelante y si una puerta no se abre otra lo hará. Esto también te permite, con el tiempo, saber o intuir dónde puedes dedicar los recursos y dónde no.
Renovarse o morir
¿Cuáles serán las principales tendencias tecnológicas para los próximos años?
Sin ninguna duda, seguiremos hablando de los datos, de cómo se capturan, analizan, se tratan y se visualizan. Yo creo que las reglas del juego están muy claras, están las cartas boca arriba. Lo único que quizás va a cambiar es el hardware, los dispositivos que tenemos, para implementar todas esas tecnologías, pero como te digo, las cartas están boca arriba y depende de la estrategia que siga cada uno de llevarlos a un lado o a otro.
Las nuevas tecnologías están cambiando también el mundo laboral ¿Cómo cree que pueden afectar estos cambios?
Creo que va a cambiar la forma que tenemos de relacionarnos a nivel profesional. Esto es bueno, porque hay muchas herramientas ya vivas que ayudan a este cambio, y es regular en cuanto a que perdamos la esencia del ser humano en un tema social. Hay que poner los canales adecuados para que no se pierda la propia esencia social que tenemos. Yo puedo bajar a Madrid cada vez que tenga una reunión, o hacerla de forma online, pero no quiero dejar de bajar a Madrid para estar con mis clientes, sentirlos y vivirlos.
¿Cuál es el nivel tecnológico que tienen las empresas asturianas, en concreto las pymes? ¿Es homologable al de sus competidoras españolas?
Es muy homologable, yo que he hecho mucha puerta fría y he visto mucha planta, tenemos una industria muy potente en diferentes sectores. Tenemos empresas muy potentes que están compitiendo a nivel internacional. Nos queda poner el lazo y venderlo, exportarlo, ponerlo bonito. Siempre se habla del País Vasco, no creo que el País Vasco tenga mejor industria que nosotros. Que tenga más PIB, que facture más, que exporte más, en cuanto al modelo de negocio sí. A nosotros lo que nos falta es un poco esa estrategia de crecimiento, pero no hay nada que no se pueda hacer y ver a Asturias como la región que yo sé que es.
¿Cree que falta colaboración entre las empresas asturianas?
Es tan difícil lo que nos esta tocando vivir a generaciones como la nuestra, que a veces no puedes casi levantar casi los ojos del papel. Yo creo que las empresas como la mía sí que somos empresas de nueva generación y colaboramos. Lo que nos falta quizás no es solo estar en contacto entre nosotros, sino estar un poco en la visión de las pymes de 200 o 300 empleados.
¿Ve el futuro con optimismo en cuanto a la incorporación de Asturias a esta revolución tecnológica?
Yo siempre lo veo con optimismo porque soy asturiana, porque quiero a la región y porque tengo los ojos abiertos. Tenemos industria muy potente, tecnología, solo nos falta ponerlas en común. Mi único miedo es que esto llegue tarde, que muchas de estas empresas tecnológicas no puedan subsistir y más con lo que está pasando ahora, pero confío en que nos vamos a poner las pilas y que vamos a casar como vamos a tener que casar para salir adelante, con ilusión y optimismo.