Durante los últimos cinco años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha venido abogando por una mayor representación de las mujeres en puestos de toma de decisiones.
En el segundo informe mundial: Las mujeres en la gestión empresarial: argumentos para un cambio, figuran los resultados de encuestas realizadas en casi 13.000 empresas de 70 países. Más del 57% de las empresas participantes señalaron que sus iniciativas a favor de la diversidad de género contribuyen a mejorar su rendimiento empresarial. En casi tres cuartas partes de las empresas que promovieron la diversidad de género en cargos directivos se registró un aumento de su beneficio del 5% al 20%, porcentaje que en la mayoría de las empresas osciló entre el 10% y el 15%.
El 21% de las empresas informaron de que su dirección general está en manos de una mujer, sin embargo, existe menos presencia de directoras generales en empresas con tamaños mayores. Concretamente, en empresas pequeñas la presencia de mujeres en cargos de dirección general es del 26,2%, en empresas medianas del 20,2% y en grandes empresas del 16%.
La diversidad de género en el consejo de administración y la gobernanza empresarial es otro punto a tener en cuenta. A escala mundial, el 23,6% de las empresas informaron que su consejo de administración está presidido por una mujer, siendo América Latina y el Caribe el territorio con mayor porcentaje y Oriente Medio y África del Norte el que menor porcentaje de mujeres tiene en el consejo de administración de sus empresas.
"Aunque esperábamos constatar una incidencia favorable de la diversidad de género en el éxito empresarial, los resultados que hemos obtenido son más que elocuentes", ha declarado la directora de la Oficina de Actividades para los Empleadores de la OIT, Deborah France-Massin, al presentar estos resultados.
Este informe viene a sumarse al volumen cada vez mayor de pruebas que demuestran que las empresas están poniendo en práctica iniciativas para ampliar el número de mujeres de su reserva de talentos y también que estos esfuerzos no son suficientes por sí solos. Las empresas tienen todavía que convertir sus políticas en acciones concretas y afrontar i ndefectiblemente la diversidad de género en su organización interna.