En los últimos meses estamos viviendo una nueva crisis del sector de componentes electrónicos, esta vez de dimensiones nunca vistas y de duración más que incierta. Esta es una crisis donde confluyen una demanda desbocada y una oferta limitada y poco flexible.
No es la primera crisis que vive el sector, aunque quizás sea la primera que copa las primeras páginas en los diarios de todo el mundo, al afectar a un sector tan mediático como el de la automoción: GM y Ford poniendo en circulación vehículos sin ciertos módulos, Toyota parando una de sus plantas de fabricación en la República Checa, Subaru haciendo lo mismo en sus plantas de Japón y la más cercana Stellantis, suspendiendo varios turnos en su fábrica de Vigo.
En cierta manera, el mercado de componentes electrónicos presenta un comportamiento cíclico, que nos lleva cada 4 ó 5 años a sufrir problemas en las cadenas de suministro.
La incertidumbre derivada de la pandemia del Covid-19 provocó, a mediados de 2020, una cancelación de pedidos de semiconductores a nivel mundial por parte del sector automovilístico. Los grandes fabricantes de microchips redujeron su capacidad hasta en un 50% y migraron sus cadenas productivas hacia la electrónica de consumo, debido sobre todo al fortísimo tirón de este mercado en pleno confinamiento mundial.
Cuando el sector automovilístico se despertó y picó a la puerta de los grandes fabricantes de componentes, la respuesta fue "pónganse a la cola". En ese momento los fabricantes ya habían enfocado sus líneas hacia las familias de semiconductores con más margen de beneficio.
Es importante señalar que la cadena de fabricación de un microchip puede llegar a ser extremadamente compleja. Según ha publicado Reuters recientemente, "la producción de un sensor de imagen de On Semiconductor comienza en una fábrica en Italia, donde se imprimen los complejos circuitos electrónicos en obleas de silicio. Estas obleas son enviadas en primer lugar a Taiwán para empaquetar y verificar los microchips, luego a Singapur para su almacenaje, después a China para ensamblarse en una cámara y finalmente al proveedor de componentes de Hyundai en Corea, antes de llegar a cualquiera de las fábricas de la marca e instalarse en un vehículo".
Otros factores como el despliegue de la tecnología 5G y el auge del vehículo eléctrico han contribuido también a provocar esta tormenta perfecta en una industria, como hemos visto, ya de por sí muy poco flexible y donde los cambios en las líneas de fabricación necesitan meses para llevarse a cabo.
Si esto no fuera poco, en las últimas semanas se han sumado dos factores inesperados: La peor sequía de los últimos años en Taiwán, donde están esperando desesperadamente las lluvias monzónicas (una fábrica de microprocesadores consume varios millones de litros al día y si las lluvias no llegan, en el mes de mayo los fabricantes deberán reducir su producción). El segundo evento ha sido el incendio de una de las plantas de la multinacional Renesas en Japón, dedicada en su mayor parte a la automoción, que va a permanecer cerrada durante al menos 100 días, mientras duran las reparaciones.
La geopolítica también juega un papel fundamental, no en vano más del 80% de la fabricación de microprocesadores se concentra en Asia, mientras que algo menos de un 15% se localiza en EEUU. Las últimas decisiones de la administración Biden van en la línea de recuperar para el país buena parte de la fabricación de componentes electrónicos, sobre todo los considerados estratégicos, destinando 50 billones de dólares a potenciar la fabricación interna y la investigación en la materia. La intención es clara: Arrebatar a China el primer puesto en la competición tecnológica global. Ante esta tesitura, los grandes fabricantes están dudando sobre a qué lado del Océano Pacífico deben invertir en los próximos años.
Cada día se suman más y más actores a esta ola de escasez de componentes, actores tan relevantes como Sony y Microsoft con las consolas de juegos de nueva generación PS5 y Xbox Series, AMD y NVDIA con sus tarjetas gráficas, Qualcomm con sus microprocesadores para terminales de telefonía móvil, multitud de componentes de hardware para PCs y un largo etcétera que no para de crecer.
Estas tensiones, que inicialmente se focalizaron en los microprocesadores, ya están afectando en estos momentos a otros componentes como condensadores, memorias, células de baterías y cristales osciladores (algunos con plazos de entrega de hasta 130 semanas) por ejemplo.
A nadie se le escapa que la enorme presión sobre los plazos de entrega tiene una traslación inmediata a los precios, precios que han sido revisados al alza por los fabricantes "de forma unilateral y con efecto inmediato", incluyendo incluso todos los pedidos que tenían en cartera.
Una amplia mayoría del sector está de acuerdo en que la situación debería normalizarse en el segundo semestre de este año, pero los más pesimistas hablan incluso de bien entrado 2022.
En resumen, en un mundo donde se compra únicamente lo que se necesita y exactamente para cuando se necesita, quien no haya adaptado convenientemente sus estrategias de sourcing al nuevo entorno, tiene entre manos un grave problema de suministro.
Crisis aparte, el día a día del sourcing de componentes electrónicos nunca ha sido ni será un camino de rosas. Desde el mismo día que los ingenieros de I+D definen los componentes que formarán parte de un nuevo equipo electrónico, los compradores tendrán que lidiar con diferentes términos y eventos de aprovisionamiento, los cuales definirán el nivel de criticidad de suministro de cada componente.
Términos como: PCN (Product Change Notice), NCNR (Non-Cancellable/non-reschedulable/Non-Returnable), NRND (Not Recommended for New Developments), LTB (Last Time Buy), EOL (End Of Life), ALLOCATION, BROKER, SPOT MARKET o COUNTERFEIT pueden hacer cambiar la estrategia de sourcing de forma sustancial.
Todo puede comenzar con la llegada de un simple e-mail un lunes por la mañana en forma de PCN. Aunque estas comunicaciones pueden ser simples cambios en cuanto al embalaje, proceso de fabricación o marcado del producto, también pueden ser alertas de obsolescencia de un componente o familia de componentes.
Cuando una de esas alertas hace referencia a NRND, es cuestión de tiempo que ese componente sea remplazado por otro, debido principalmente a decisiones comerciales o a mejoras tecnológicas en la familia de productos del fabricante. En ese momento las alarmas se encienden y comienza una vigilancia activa de este componente.
Cuando un componente electrónico se discontinua definitivamente (lo que en argot del sector se denomina EOL), dicha alerta suele facilitar una última fecha para pasar pedidos o LTB. Esto hecho define un horizonte temporal para programar las últimas entregas, normalmente como compra especulativa para ganar tiempo para la revisión de la electrónica de destino.
Esta última compra suele estar asociada a un término que no es del agrado de los compradores, el conocido como NCNR. Este término no deja de ser una cláusula de "no se permiten devoluciones" para el comprador, pero que deja la puerta abierta a modificaciones de plazos y cantidades de entrega por parte del fabricante. Este término no solo se utiliza en los LTB sino también en las compras de componentes customizados, es decir, con características no estándar como puede ser un microprocesador dotado de firmware propietario.
Ante la situación actual de mercado, es significativo que los grandes fabricantes y distribuidores estén forzando a que los usuarios finales lancen pedidos en firme y programaciones de entregas para los meses finales del año y también para el 2022. Curiosamente estos pedidos, que deberían garantizarnos el suministro de estos componentes en los próximos meses, están sujetos también a una cláusula NCNR, aunque los compromisos de entrega del fabricante no están igualmente garantizados. A día de hoy no parece haber una alternativa mejor para hacerse un hueco en la muy cotizada agenda de los fabricantes de componentes electrónicos.
Una vez alcanzado el punto de no retorno del LTB y en ocasiones también por circunstancias puntuales de falta de suministro o ALLOCATION (situación donde la demanda del componente excede la capacidad de fabricación, los plazos de entrega son inciertos y pueden estar sujetos a retrasos muy importantes), es posible encontrar componentes obsoletos o con problemas de disponibilidad en lo que se denomina SPOT MARKET o mercado de BROKERS. Cuando se acude a este mercado, debemos asumir que los precios que encontraremos serán entre 5 y 10 veces los que pagábamos en circunstancias normales.
Dentro de los brokers se pueden encontrar compañías satélites de los principales distribuidores (intrínsicamente fiables al comercializar stocks oficiales de fabricante con todas sus garantías) y compañías con un perfil de bróker puro, principalmente asiáticas. En este último caso es donde existe un gran riesgo de encontrar material falsificado (denominado COUNTERFEIT) donde afloran componentes no-funcionales junto con meras estafas en forma de encapsulados aparentemente correctos, pero con nada parecido a un chip de silicio en su interior.
No todo el Spot Market asiático es material falsificado, pero el comprador debe protegerse adecuadamente mediante plataformas de trading reconocidas, como es el caso de HKin.com y medios de pago garantizados por un tercero, como por ejemplo el servicio de pagos ESCROW.
De vez en cuando, un rayo de sol que se escapa de entre tanta nube negra: Hechos como que un pequeño fabricante adquiera los utillajes de un componente descatalogado y retome la fabricación para aquellos clientes que la siguen demandado. Además, los precios suelen ser normalmente más razonables que los que ofrece el despiadado Spot Market.
Los especialistas en sourcing de estos componentes saben que la solución a las crisis la da siempre el tiempo, y sobre todo la anticipación con la que hayan podido leer los movimientos del mercado. Las programaciones a largo plazo, las compras especulativas y la inmersión en mercados alternativos como el Spot Market, son ejemplos de herramientas que pueden ayudar a salvar los muebles en unos tiempos tan inciertos.
Esta crisis pasará, como ha ocurrido con todas las anteriores, pero me temo que de aquí en adelante nos esperan muchas más curvas.
Avelino F. Vigil
Ingeniero Industrial en Electrónica
Sourcing Manager en SAMOA Industrial, S.A.