"Trabajamos para que Asturias tenga un modelo energético descarbonizado, descentralizado, digitalizado y sostenible"
La Consejería de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico lleva trabajando con intensidad desde 2019, año en el que diagnosticaron el impacto del proceso de descarbonización en el tejido productivo.
Desde entonces, se han empleado de lleno en apoyar y acompañar a las empresas industriales en el proceso de cambio de un modelo productivo de no retorno y con gran complejidad por las pérdidas de competitividad y los riesgos de fuga de carbono que puede suponer para el sector. Hablamos con la consejera, Nieves Roqueñí, quien nos pone al día sobre la situación de Asturias en materia de sostenibilidad.
¿Cómo está viviendo Asturias la transformación hacia una industria sostenible?
La primera decisión que adoptamos fue impulsar, a través de un proceso colaborativo público-privado, un diagnóstico para conocer el impacto de la descarbonización en nuestro tejido productivo. Fuimos pioneros en realizar ese análisis y todas las estrategias y programas impulsados para hacer frente a la transición hacia una economía baja en emisiones, como la Estrategia de Transición Energética Justa, la Estrategia de Rehabilitación Energética de Edificios o la Estrategia de Acción por el Clima.
No debemos olvidar que la transición ecológica nos impacta por tres circunstancias: el cierre de la minería de carbón, el cese de las centrales térmicas y la descarbonización de un sector como la industria, donde empresas con elevadas emisiones de carbono y altamente consumidoras de energía tienen un peso muy significativo en nuestro PIB.
Nuestro papel ha sido y es apoyar y acompañar a las empresas en el tránsito hacia una economía descarbonizada, poniendo a su disposición apoyo y asesoramiento técnico de cara a la participación en los PERTE y en los diferentes programas europeos. También trasladando tanto al Gobierno de España, como a las autoridades europeas, las particulares necesidades de nuestra industria de cara a la definición de acciones y programas.
Nos hemos fijado la prioridad de impulsar la cadena de valor industrial asociada al despliegue de las energías renovables en ámbitos como el hidrógeno verde o la energía eólica marina.
Desde 2019 hemos movilizado más de 62 mill. € en ayudas en descarbonización para las empresas y para particulares, que han generado una inversión asociada de 385 mill. €, el principal volumen para tecnologías de eficiencia energética y autoconsumo con renovables. Líneas que se han financiado con fondos europeos del MRR, estatales o autonómicos. Ese esfuerzo y la coordinación con el Gobierno Central nos ha permitido lograr la consideración de Asturias como región de carbón en transición y que la Comisión Europea nos hubiera asignado la mayor cuantía de España del Fondo de Transición Justa: 263 mill. €.
En este proceso de transición nos hemos fijado la prioridad de impulsar la cadena de valor industrial asociada al despliegue de las energías renovables en ámbitos como el hidrógeno verde o la energía eólica marina y el desarrollo de planes y programas de reindustrialización o de transición justa con los territorios más afectados por el cierre de la minería y de las centrales térmicas.
¿Cuáles son los pilares que sustentan la sostenibilidad en la región?
Trabajamos por un modelo que tiene como base el refuerzo de las políticas de energía y clima para la transformación de nuestra industria, con la electrificación, la descarbonización y la economía circular como pilares del crecimiento económico, que aproveche las nuevas tecnologías para avanzar en el autoconsumo y las comunidades energéticas, el hidrógeno verde y la integración de las energías renovables.
Ámbitos que hasta hace pocos años podríamos decir que estaban en un plano de futuro, pero que ahora ya son y están presentes y van a conformar una futura Asturias verde, industrial y digital.
Todos esos ámbitos forman parte del ADN de la Consejería de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico. Nos corresponde, por lo tanto, desplegar líneas de trabajo, estrategias y proyectos para la Asturias de la próxima década, como le gusta decir a nuestro presidente: una Asturias industrial, sostenible, descarbonizada, competitiva y transformada que preserve su gran patrimonio natural y medioambiental.
Dicho así parece fácil, pero no lo es. Se trata de un desafío de enormes dimensiones porque abordamos un cambio estructural del modelo económico y los cambios de tanta dimensión nunca son fáciles y tienen el reto de no dejar a nadie atrás. Por eso es importante plantear esta transición, o más bien revolución, en términos de oportunidad, oportunidad de generación de nuevas actividades económicas, de nuevos empleos, de recuperación de nuestra soberanía industrial y energética, y de promover un medio ambiente más saludable para el conjunto de los asturianos y asturianas.
Si nosotros no lideramos esta transición lo harán otras regiones. El momento es ahora porque coinciden una serie de elementos que pocas veces suelen converger al mismo tiempo.
Y el momento es ahora porque coinciden una serie de elementos que pocas veces suelen converger al mismo tiempo: empresas comprometidas con el cambio porque en la descarbonización va su futuro, administraciones sensibilizadas con planes, programas y estrategias bien definidas, y recursos públicos (autonómicos, estatales y europeos) para afrontar este cambio de modelo. Y también porque no hay otra opción, ya que si nosotros no lideramos esta transición lo harán otras regiones.
En este escenario, Asturias, como región de tradición industrial, cuenta con empresas que configuran una cadena de valor solvente, con unas infraestructuras eléctricas, gasísticas, de comunicaciones, de agua, de residuos, que son un excelente punto de apoyo; una región que cuenta con talento, conocimiento y capacidades tecnológicas, de innovación e industriales de las que el colectivo de ingenieros técnicos industriales son una muestra clara.
¿Qué líneas de actuación están siguiendo desde la Consejería?
Son varias porque también tenemos competencias muy diversas, pero todas se asientan en el mapa de estrategias que fue desplegado en la pasada legislatura y que estamos poniendo en marcha en ésta. Dos estrategias están en el centro de la acción del gobierno para hacer frente al cambio de paradigma e inspiran todas las demás: la acción por el clima y la digitalización.
En nuestra consejería nos dotamos de la Estrategia de Acción por el Clima del Principado de Asturias 2023-2030, en la que hemos asumido el mismo nivel de ambición perseguido por la UE en su política climática, estructurada bajo el paquete «Objetivo 55» y convertida en objetivo vinculante a través de la Ley Europea del Clima, en el sentido de estimar viable una reducción total de las emisiones de GEI de Asturias, en 2030, del 55% respecto de 1990. Para alcanzar este objetivo son varias las estrategias y planes adoptados en las materias de la consejería: transición energética justa, industria, ciclo integral del agua, economía circular y materias primas.
La Estrategia Energética Justa se plantea a medio plazo, con horizonte a 2030, una hoja de ruta basada en dos objetivos estratégicos: en primer lugar, la descarbonización del modelo energético regional en base a la eficiencia energética y la diversificación tecnológica asegurando que siga facilitando la competitividad a la economía regional y, en segundo lugar, potenciar la competitividad de las capacidades regionales. Su objetivo es optimizar los resultados de la transición energética y ecológica para el empleo y asegurar que las personas y las regiones aprovechen al máximo las oportunidades del cambio de modelo económico, de tal manera que nadie se quede atrás.
En su visión a 2050, trabajamos para que Asturias tenga un modelo energético descarbonizado, descentralizado, digitalizado y sostenible, que sea un factor de producción facilitador de una alta competitividad. Será un modelo energético diversificado, en el que los vectores relevantes serán la electricidad y los gases renovables; capaz también de atraer inversiones y generar conocimiento; y que esté centrado en el ciudadano y con capacidad de generar empleos de calidad.
Háblenos de proyectos que estéis desarrollando. ¿Puede profundizar en alguno?
Es conocido que Asturias es la región española en transición que más fondos va a recibir del Fondo de Transición Justa (FTJ): 263 mill. €, por la necesidad que tiene el Principado de recibir un apoyo singularizado para afrontar la descarbonización de su modelo económico.
Hace unos días la UE nos dio luz verde para movilizar los primeros 120 mill. € del Fondo de Transición Justa para financiar proyectos industriales, tanto de grandes empresas como de pymes, relacionados con la fabricación de equipos y componentes estratégicos para la transición hacia una economía de cero emisiones netas.
La UE nos dio luz verde para movilizar los primeros 120 mill. € del Fondo de Transición Justa para financiar proyectos industriales, tanto de grandes empresas como de pymes.
Concretamente, esos fondos servirán para facilitar proyectos relacionados con la fabricación de baterías, paneles solares, turbinas eólicas, bombas de calor, electrolizadores, equipos para la captura, uso y almacenamiento de carbono, así como componentes clave diseñados y utilizados principalmente como insumos directos para la fabricación de tales equipos o materias primas relacionadas necesarias para su producción.
Nuestra previsión es lanzar en semanas una primera línea específica para promover proyectos e inversiones de la cadena de valor de las energías renovables con un presupuesto inicial de 40 mill. €, que estoy convencida nos permitirá dar un paso relevante en el desarrollo de proyectos tractores vinculados a la fabricación de equipos y componentes.
¿Cuál es el estado actual de la implementación de la economía circular en la región?
Estamos caminando con paso firme hacia la circularidad de la economía como elemento crucial para avanzar en la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.
Como sabemos, disponemos de Asturias Circular, la estrategia de economía circular del Principado de Asturias con horizonte 2030. Un documento que marca la hoja de ruta para que la región avance hacia un proceso de transformación económica basado en un modelo más circular de producción y consumo.
Los objetivos son claros: el aumento de la eficiencia en la obtención, transformación y uso de los recursos; duplicar el ICM, el Índice de Circularidad Material; reducir la intensidad de uso material actual en un 30% y la rebaja a la mitad de los residuos de alimentos a nivel de hogar y consumo minorista, y un 20% en cadenas de producción y suministro.
Desde el ámbito público, un agente esencial es Cogersa, quien con la planta de biometanización de residuos orgánicos, las iniciativas para impulsar el compostaje o el impulso a la recogida separada, para elevar los porcentajes de papel / cartón, envases y vidrio que se reciben el complejo de Serín, que el año pasado sumaron cerca de 57.500 toneladas, unos 56,54 kilogramos por habitante y año, está liderando el proceso. Pero su apuesta más relevante por la circularidad ha sido la puesta en marcha de la nueva planta de tratamiento de la bolsa negra, que lamentablemente sufrió un grave incendio en el mes de abril, y que va a permitir incrementar las tasas de recuperación material de residuos y obtener un combustible sólido recuperado (CSR) cuya valorización contribuya a la descarbonización de otros sectores, como la energía o la industria.
La apuesta más relevante por la circularidad ha sido la puesta en marcha de la nueva planta de tratamiento de la bolsa negra.
Si hablamos desde el punto de vista de los recursos hídricos, destacaría sobremanera el proyecto que estamos impulsando en la planta de depuración más grande de Asturias, la EDAR de Villapérez, en Oviedo, que queremos transformar en una biofactoría con dos objetivos: regenerar el agua depurada que ahora se vierte a los cauces fluviales para que se destine a cubrir las necesidades de agua para consumo industrial y generar biogás a partir de los lodos producidos en el proceso de depuración.
La iniciativa está avanzando y recientemente hemos licitado el contrato para la redacción del proyecto y la ejecución de las obras, con un presupuesto base de 17,4 mill. €.
Debo destacar que la planta de agua regenerada es una de las grandes infraestructuras impulsadas por el Gobierno de Asturias en el marco de los planes directores de Abastecimiento de Aguas y de Saneamiento y Depuración 2020-2030. Al cubrir parte de las necesidades de la industria, la nueva planta permitirá reforzar la disponibilidad de agua para el consumo humano en escenarios futuros de estrés hídrico a consecuencia del cambio climático. Se trata sin duda de un proyecto que marcará un hito en el ámbito de la economía circular en Asturias, que además nos prepara como región para posibles escenarios de reducción de los recursos hídricos a los que Asturias seguramente no estará exenta.
¿Qué sectores económicos son los más avanzados en esta materia?
Los sectores industrial, forestal y ganadero están dando pasos para avanzar en la economía circular. Ahí deberíamos poner de ejemplo a empresas como CAPSA FOOD, que fue la primera compañía española en contar con una Estrategia de Economía Circular certificada por Aenor, y su apuesta clara por el aprovechamiento de los purines con la planta de Biogastur en Navia.
En este municipio sin duda también hay que destacar los proyectos de Ence para reutilizar como fuente de energía renovable la lignina y la biomasa, componentes de la madera que no se pueden usar para obtener celulosa y que le permiten cubrir sus necesidades de abastecimiento de energía.
Los sectores industrial, forestal y ganadero están dando pasos para avanzar en la economía circular.
También podemos destacar los proyectos de district heating de Hunosa en Mieres y Langreo mediante el aprovechamiento del agua de mina o el proyecto de investigación para generar hidrógeno renovable, también a partir de agua de mina y energía fotovoltaica, en colaboración con Nortegas, Alsa, Duro Felguera y la Universidad de Oviedo.
Asimismo, resulta interesante el proyecto de biogás que se está desarrollando en Tineo, en el polígono de La Curiscada, y las potencialidades de la biomasa, no solo con ejemplos exitosos como los de Pellets Asturias, también en Tineo, sino porque el aprovechamiento de los residuos procedentes de la madera ya está teniendo un papel creciente en el contexto energético de nuestra región al representar ya el 58% de la producción de energía primaria.
¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta Asturias en materia de sostenibilidad?
El principal desafío que abordamos es el cambio de un modelo productivo por el cual una industria electrointensiva dejará de emitir CO2, principalmente mediante la electrificación de sus procesos, la sustitución de combustibles de base carbono por hidrógeno y la captura de CO2.
Esto nos plantea dificultades e incertidumbres porque sin la existencia de las centrales térmicas de carbón vamos a necesitar de muchas más fuentes de energía renovable para garantizar la estabilidad, la calidad y precios competitivos de la electricidad, tanto para las empresas que ya operan como para los nuevos proyectos que se van a instalar en los próximos años. Además de nuevas instalaciones de generación requiere del refuerzo y construcción de nuevas infraestructuras de transporte y distribución de energía. En eso estamos trabajando desde hace muchos meses tanto con las empresas como con Redeia, el operador del sistema.
Otro desafío, como estamos viendo en la siderurgia, es la falta de madurez de algunas tecnologías y los precios aún no competitivos de nuevos vectores para la descarbonización como el hidrógeno renovable, que están demorando la aprobación de un proyecto clave para el Principado como la sustitución de los altos hornos por una planta de reducción de hierro o DRI.
En otro orden de cosas, uno de los principales desafíos a los que nos debemos enfrentar es a la adaptación al cambio climático, deberemos trabajar en acciones para mejorar la resiliencia de nuestro territorio, no solo para la preservación de nuestro entorno natural, sino de otras cuestiones como las infraestructuras, el agua, la agricultura o las superficies forestales, todo ello en un marco general de cambio climático, de cuyos riesgos e impactos no estamos exentos.
¿Qué oportunidades pueden aparecer?
Las oportunidades son muchas. La descarbonización, el proceso de transición ecológica, implica riesgos pero desde el primer momento nuestro enfoque ha sido plantearlo en términos de oportunidad: oportunidad de generación de nuevas actividades económicas e industriales, oportunidad de creación de nuevos empleos y oportunidad para conformar un medio ambiente más saludable.
Y oportunidad, tanto para Asturias como para España y para la Unión Europea, de reducir nuestras dependencias externas y fortalecer las capacidades productivas estratégicas.
Quien primero disponga y desarrolle las tecnologías industriales bajas o neutras en carbono tendrá una ventaja competitiva clara en el futuro.
El Reglamento sobre la Industria de Cero Emisiones Netas, cuyo articulado pudimos explorar en una reciente reunión en Bruselas con responsables de la Comisión Europea, irá en la línea de promover el despliegue industrial de las tecnologías neutras en carbono netas necesarias para alcanzar los objetivos climáticos de la UE, aprovechando la fortaleza del mercado único para reforzar el liderazgo de Europa en materia de tecnologías ambientales industriales.
Estoy convencida de que quien primero disponga y desarrolle las tecnologías industriales bajas o neutras en carbono tendrá una ventaja competitiva clara en el futuro. Y esa es la batalla que estamos librando desde Europa, y en la que Asturias está plenamente involucrada.
Para finalizar, ¿hacia dónde deben poner el foco las empresas de la región?
Esta es una pregunta compleja a la que deberían responder las empresas y sus principales responsables, que son los más autorizados para definir líneas u orientaciones para sus respectivos negocios.
Ahora bien, creo que la sostenibilidad y el compromiso con el entorno, no como estrategia corporativa sino como respuesta a una demanda cada vez más generalizada de la ciudadanía, junto con la digitalización, la gestión del talento, la internacionalización o la incorporación de la inteligencia artificial en los procesos productivos y para mejorar el conocimiento del cliente en sectores de gran consumo, son algunas de las tendencias que apuntan hacia dónde caminan las empresas.