La Universidad de Oviedo es un gigante dormido en temas de emprendimiento. Me explico.
Es un gigante por varios motivos. Primero por el número de trabajadores (docentes, investigadores y personal de administración y servicios). La de Oviedo, agrupa a 3.000 trabajadores y si fuera una empresa, sería tercera de Asturias por detrás de Arcelor y de Alimerka[1]. A sus trabajadores añadimos 22.000 estudiantes que, en muchas ocasiones, además de estudiar, también participan en actividades, organizaciones y proyectos. Es sin duda institución gigante en cuanto a tamaño.
Pero sobre todo es gigante por conocimiento y pensamiento. Los trabajadores de la Universidad están a la vanguardia en sus campos de investigación. Son gigantes en ámbitos que van desde la biología, química, filosofía, a la ingeniería, derecho o economía. Investigan, crean, construyen, divulgan y también colaboran con empresas en la realización de proyectos.
Los resultados de estos avances generalmente se publican en revistas científicas después de varias revisiones externas. Así avanza la ciencia. Esos artículos, revisados por otras universidades, una vez aceptados, crean nuevo conocimiento. Al profesorado de todo el mundo se le evalúa por el número de artículos científicos publicados y el nivel de la revista donde se publican. Esa es nuestra carrera. Publicar mucho y publicar bueno, porque seis años de buenas publicaciones son un sexenio de investigación y el mérito más importante actualmente en la promoción universitaria. Nuestra universidad según diferentes ránquines, no lo hace nada mal comparadas con las del resto del mundo.
Así que cuando hablamos de emprendimiento, este gigante está dormido. Soñando con publicaciones. Es el incentivo que tenemos. Alejándonos de la vida real. Nos estamos perdiendo una gran oportunidad de volcar a la sociedad y mercado ese pensamiento y conocimiento...porque es gigante. El coste de oportunidad de llevar a mercado todo ese conocimiento y pensamiento (y no de forma puntual) es muy alto. La alternativa emprendedora no sólo tiene beneficios económicos, sino sobre todo sociales. Recientemente, Xavier Marcet en su libro "Crecer haciendo crecer" subraya en un pasaje que "las universidades no han logrado los resultados necesarios a la hora de valorar el conocimiento que nace en ellas". No hay incentivos emprendedores. Nadie nos pide que lo seamos.
Alguien levantará la mano y apuntará que hay casos de éxito como el de Juan Luis Fernández y StockFink (reciente finalista de la cuarta edición de Venture on the Road) o Pablo Arboleya y Plexigrid (reciente ganador del premio RADAR a la mejora empresa de base tecnológica). Excepciones que confirman la regla general. Excepciones que, sin duda, son ejemplo para todos los docentes. Pero excepciones que no tapan la realidad del emprendedor universitario en España: Pocas empresas, con menor tasa de éxito que otras empresas similares no universitarias[2] y con impacto muy limitado, ya que la contribución a la economía, tanto en número de trabajadores como en valor añadido, es ciertamente reducida[3].
Es importante despertar a este gigante dormido. La sociedad asturiana es la que sale ganando si transformamos la Universidad de Oviedo en una universidad emprendedora. Quiero aclarar el concepto de emprendedora, pues quizá lleve al engaño que significa dejar de lado investigación o docencia para abrir negocios. Entiendo que una universidad emprendedora es aquella en la que la comunidad universitaria (estudiantes, docentes, personal de administración y servicios) que practica y hace suyas las competencias emprendedoras recogidas en EntreComp (Marco europeo de competencias en emprendimiento[4]): Trabaja en equipo, resuelve retos, aprovecha oportunidades, maneja la incertidumbre, toma la iniciativa, piensa de forma ética y sostenible, con visión...
Desde dentro de la propia Universidad debemos ayudar al funcionario que quiere mejorar los procesos internos, que quiere optimizar, que quiere agilizar, no sólo mostrar al estudiante una vía para el autoempleo. Vencer la inercia universitaria. Cambiar la cultura. Es posible. Xavier Ferrás nos indica una forma "Poned los incentivos correctos y lo que es extraño se vuelve habitual. Luego, rutinario. Y, finalmente, cultural."[5]. Está bien. Podrías pensar, lector, que es un tema universitario interno que, si la Universidad de Oviedo no trabaja esas competencias, no saca más spin-offs, es porque no quiere ¡o no puede! Pero no es del todo cierto. La sociedad y concretamente la industria, también tiene su responsabilidad y su oportunidad. La oportunidad de complementar la visión empresarial con la visión panorámica y sintética que da la Universidad y que, sin ella, en palabras de Ortega (¡en 1939!), "los ingenieros, sumergidos cada cual en su tecnicismo especial, (...), eran incapaces de afrontar ni prever el problema que la técnica plantea hoy a la humanidad"[6]
Más recientemente, Javier García en el evento organizado por Asturias Power y New North, hacía una llamada a la colaboración de las empresas grandes con las pequeñas y los centros de innovación. Susana Pascual (PixelsHub) y Roberto Arias (Zitrón) coincidían en la misma idea en esta revista hace unas semanas. Colaboración y confianza. Entre instituciones.
Asturias necesita del conocimiento y pensamiento de la Universidad. La industria asturiana necesita de la Universidad y la Universidad necesita a la industria. Colaborado, innovando juntas, sin estar al servicio una de la otra. Un primer paso puede ser a través de proyectos de innovación abierta. Es importante el concepto. Innovación abierta es colaboración, confianza en otra institución o empresa para desarrollar cambios que generen valor a ambas. Lo hemos hecho este año pasado a través de las Misiones del Principado. Un ejemplo de cómo establecer relaciones de confianza para seguir innovando abiertamente. Lo estamos haciendo en MediaLab, con empresas, con organizaciones, creando redes de confianza, donde se comparten visiones y objetivos.
El inicio de año puede ser una excusa para un café, una llamada o un email cruzado para crear redes con la Universidad. Es un buen momento para despertar al gigante entre todos.