La huella de carbono en el sistema eléctrico español
El crecimiento de las renovables en los últimos 15 años ha sido acusado, pero no integrado de manera óptima al sistema.
La huella de carbono actualmente es uno de los parámetros que mas nos preocupa y en el cual nos fijamos cuando queremos evaluar si la actividad que vamos a desarrollar es baja en emisiones o no. Extrapolando al sistema eléctrico español, podemos comprobar lo realmente bajo que es en emisiones de CO2. En el gráfico 1 se puede ver la distribución de la potencia instalada y remarcando que el 55,07% pertenece a fuentes renovables. El crecimiento de las renovables en los últimos 15 años ha sido acusado, pero no integrado de manera óptima al sistema.
Si entramos a detallar la potencia instalada en 2019 podemos comprobar que la energía nuclear abarca el 6,8% y lo realmente reseñable es que dicha fuente se encuentra siempre cerca de su generación máxima. Es la primera reflexión para realizar ya que tenemos una potencia de base que no tiene emisiones de pero si otros residuos que no se evalúan en la huella de carbono. Hasta aquí podríamos decir que la relación g/kWh es nula.
El trío de energía solar, eólica e hidráulica puede llegar a producir 56,48 GW suponiendo una simultaneidad plena, es de rachas de viento, sol abundante y grandes caudales en toda la geografía para llegar a producir esa energía. Si comparamos la energía consumida media en España en una situación ideal como la anteriormente mencionada seríamos capaces de producir prácticamente toda la energía necesaria. Es imposible que la garantía de suministro dependa de las condiciones meteorológicas ya que perderíamos el control de nuestro sistema.
Es necesario garantizar el suministro en cualquier situación, pero hay que plantear opciones que no sacrifiquen el trabajo de crear todos los parques eólicos y solares. Unos de los pilares que va a jugar un papel decisivo para el control del mix energético es el del almacenamiento de energía. Actualmente trabajamos con estaciones de bombeo que permiten almacenar energía con el potencial del agua y la potencia máxima de almacenamiento es de 3,32 MW, un dato muy bajo que pocos picos de demanda puede permitir controlar. Existen situaciones en las que la demanda es menor a la capacidad de generación y una opción para almacenar ese exceso es el hidrógeno, combustible que tras su combustión no emite . Otra de las opciones que se estudian es la de comprimir aire en cavidades naturales selladas y en momentos de demanda turbinar ese aire a presión, la gran consecuencia de esta opción es la contaminación acústica que genera.
El 23,46% de la potencia instalada pertenece a ciclos combinados, sistemas con alto rendimiento llegando a rozar en el mejor de los casos el 60%. Durante los años previos a la crisis la fiebre por los ciclos combinados hizo que España se plagara de estas plantas. Los bajos tiempos de arranque permiten que estas instalaciones entren casi de manera inmediata en el mix energético. La gran consecuencia es que intensidad de emisiones se sitúa en 490 g/kWh. Más desfavorable aún es el de las centrales térmicas con 820 g/kWh de ahí que la tendencia sea el cierre de este tipo de centrales, actualmente con una cuota del 8,81%.
Jornadas Estatales de Ingeniería Industrial
Los estudiantes de ingeniería y jóvenes ingenieros tenemos en mente esta problemática y tenemos asumido que debemos contribuir a la mejorar del sistema eléctrico español a fin de reducir las emisiones de este. Durante la décima edición de las Jornadas Estatales de Ingeniería Industrial, organizado por AERRAAITI y CREII, que se celebrarán en Valladolid los días 27, 28, 29 de febrero y 1 de marzo, se desarrollará una mesa redonda sobre energía para profundizar en el campo y desarrollar el debate que permitan llegar a conclusiones que propicien la mejora de nuestro sistema.