Wolfast, un proyecto que conecta a estudiantes con el mundo laboral
El compromiso con la sostenibilidad, el impulso de la innovación y el trabajo en equipo son los pilares de esta iniciativa que busca el apoyo del tejido empresarial asturiano.
Trabajar en equipo, formarse y desarrollar proyectos innovadores muy próximos a la realidad empresarial. Esto es lo que hacen en Wolfast Uniovi, el equipo que representa a la Universidad de Oviedo en la competición bianual de Motostudent, un desafío por la innovación y la sostenibilidad en el que compiten universidades de todo el mundo.
El objetivo parece sencillo: diseñar una moto de competición a la vez que se construye el prototipo de la moto y se prepara un plan de negocio para su distribución. En el caso de nuestros representantes asturianos, compiten en la categoría de moto eléctrica.
Se trata de un gran proyecto formado por más de 30 integrantes que comparten, no solo su pasión por el mundo del motor, sino también un sólido compromiso por la sostenibilidad y la movilidad eléctrica. Dentro del equipo, los perfiles de los estudiantes que lo conforman son muy diversos, tanto como las disciplinas de las que provienen. Se abarcan todos los ámbitos, desde las áreas más técnicas de la ingeniería, hasta los de índole económico, legal y de marketing. Para que un equipo de estas características funcione, es imprescindible una buena organización. Wolfast está dividido en 3 departamentos: electrónico, mecánico y gestión y marketing.
Como en cualquier proyecto en equipo, uno de los principales retos es mantener una comunicación lo más fluida posible para asegurar que todos los integrantes trabajen en sintonía. Se trata de un desafío con el tiempo muy limitado, por lo que el margen de error es muy pequeño. Se necesita la máxima colaboración y el compromiso de todos para minimizar cualquier contratiempo que pueda suponer una pérdida de tiempo, el único material que no pueden comprar.
Por lo general, los resultados del equipo de Wolfast Uniovi dentro de la competición han sido buenos. Empezando por lo más reciente, en la edición pasada, que suponía el desafío de diseñar su primera moto eléctrica, volvieron a conseguir estar entre los 10 mejores equipos de la competición. Sin duda se trata de un proyecto con una organización muy medida, fruto de la experiencia acumulada de las 7 ediciones en las que la Universidad de Oviedo lleva participando en la competición.
Relación con las empresas
Un buen porcentaje de empresas se quejan del gap existente entre lo que se enseña en la Universidad y lo que realmente necesitan las empresas. Siempre es beneficioso complementar una formación académica con proyectos como Wolfast, no sólo porque supone una excelente oportunidad para poner en práctica todo lo aprendido, sino por las otras muchas cualidades que se adquieren.
Organización y compromiso, dos aspectos imprescindibles para formar parte de Wolfast. Este es un proyecto que se desarrolla a largo plazo, en el que hay que ser constante y respetuoso con el trabajo de los compañeros. Hay muchas personas implicadas, tutores, empresas, la Universidad… esto hace imprescindible valorar el esfuerzo que hay detrás de esta moto. En general, Wolfast es una conexión, para muchos estudiantes anticipada, con el mundo laboral y real.
Siguiendo con las empresas, desde el equipo afirman que los patrocinadores y colaboradores “son el motor del equipo”. Existen muchas formas en las que una empresa o institución puede ayudar: desde participar en nuestra financiación con aportaciones en efectivo o en especie, hasta proporcionar un poco más de visibilidad en el tejido empresarial asturiano.
La financiación proviene de los contratos firmados de patrocinio y colaboración, por lo que es muy importante para el equipo llegar a tantas empresas como sea posible. Además, esto también les da la oportunidad de estar en contacto con empresas con las que compartimos el compromiso por la sostenibilidad, además de reforzar el contacto de los miembros del equipo con las empresas más punteras de la región.
Diseñada con corazón eléctrico
La MS7, ese es el nombre elegido para este prototipo. Se trata de una moto diseñada desde cero para ser un vehículo eléctrico, es decir, no se trata de una adaptación de un vehículo con motor de combustión. Las implicaciones de esto son muchas y muy variadas, pero por destacar alguna podríamos decir que la distribución general de componentes es muy diferente: el espacio que ocuparía el motor de combustión ahora lo ocupa la batería y la caja de protecciones eléctricas. Por otro lado, el motor eléctrico va situado muy bajo y muy atrás. La moto no lleva cambio de marchas ni embrague ya que no son necesarios. Todo esto obliga a que el bastidor de la moto sea distinto al de una moto convencional.
A nivel eléctrico, la batería es modular para mejorar la fiabilidad y facilitar el montaje y la reparación. Además, se han desarrollado unos sistemas de refrigeración específicos para que todos los sistemas eléctricos puedan soportar el esfuerzo de una competición. Como última pieza de este gran proyecto, desde Wolfast han desarrollado un sistema sencillo y fiable para controlar la presión de los neumáticos, el cual les permite mantener constante el rendimiento de los mismos durante la carrera.
Retos hay muchos pero desde el equipo insisten en que todos sus esfuerzos están orientados al evento final de Motostudent, que se celebrará en octubre en el Circuito Motorland de Aragón. Todo el equipo está ultimando los detalles para poder finalizar el prototipo. Sin duda, el principal reto pasa por conseguir la mejor posición posible, “un buen resultado sería el broche de oro perfecto para una edición donde hemos tenido que adaptarnos a la realidad post pandemia y a otros muchos desafíos”, concluyen desde Wolfast.