Oportunidades de modernización económica asociadas a lograr la neutralidad de emisiones en 2050
La Estrategia a Largo Plazo (ELP) marca la senda para alcanzar la neutralidad climática a mediados de siglo, cumpliendo con el Acuerdo de París y sus compromisos como Estado miembro de la UE. El 10% restante será absorbido por los sumideros de carbono (bosques, humedales, etc.)
En línea con el compromiso de la Unión Europea de ser climáticamente neutra en 2050 y la declaración de Emergencia Climática del Gobierno de España, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) activa el periodo de información pública de la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo (ELP), que marca la senda para lograr que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en España sean neutras no más tarde de 2050, señalando las oportunidades que ofrece la descarbonización en términos de empleo, atracción de inversiones, activación y transformación de la economía y mejora de la competitividad empresarial e industrial.
El documento perfila, con la suficiente anticipación y bajo criterios de cohesión social, equidad y transición justa, la trayectoria que permitirá que el consumo final de energía –incluyendo el de edificios, transporte y sectores económicos– sea plenamente renovable a mediados de siglo, mejorando la salud y calidad de vida de la ciudadanía e incidiendo en la conservación de la biodiversidad y la adaptación al cambio climático.
La transición que marca la ELP posibilitará que España reduzca no más tarde de 2050 sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 90% respecto a los niveles de 1990, lo que supone alcanzar la neutralidad climática. Se pasará de los 334 millones de toneladas de CO2 equivalente (MtCO2eq) de 2018 a un máximo de 29 MtCO2eq en 2050. Para alcanzar la neutralidad climática, el 10% restante será absorbido por los sumideros de carbono (bosques, humedales, etc.), que podrán almacenar unas 37 MtCO2eq.
Cumplir con París y acelerar la recuperación económica
La ELP se marca como objetivo cumplir con el Acuerdo de París sobre Cambio Climático al tiempo que maximiza las oportunidades económicas de la transición energética.
"Nuestro país se sitúa en una zona de especial vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático. Anticiparnos y planificar las herramientas para mitigar su impacto es una cuestión de responsabilidad con el presente y con el futuro del país y la única y mejor manera de atender a la llamada a la acción climática de la Ciencia y del conjunto de la ciudadanía. En un contexto de reactivación frente al COVID-19, la transición energética marca también un camino seguro para la recuperación y modernización de nuestra economía, generando actividad y empleos de calidad alineados con los objetivos y necesidades del país a medio y largo plazo", explica la vicepresidenta cuarta del Gobierno de España y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera.
"España puede ocupar una posición de liderazgo en los segmentos económicos vinculados a la transición ecológica. Contamos con un importante volumen de recursos renovables –horas de sol, viento, amplios espacios naturales–, que se complementan con un tejido empresarial, tecnológico, de innovación que ha sido protagonista en el despliegue internacional de las energías renovables de las dos últimas décadas", añade.
El análisis de la Estrategia parte de la senda de descarbonización detallada en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 y, de hecho, emplea el mismo modelo matemático para trazar la ruta más coste eficiente hacia la neutralidad climática. Ambos documentos han sido elaborados en cumplimiento de los compromisos como Estado miembro de la UE y de acuerdo con acuerdo con el Pacto Verde Europeo.
La ELP no solo se alinea con los objetivos climáticos de la UE, sino que también permite identificar las señales adecuadas para fomentar, junto con el PNIEC, el desarrollo de proyectos en el marco del Fondo de Recuperación y del Presupuesto de la Unión Europea hasta 2027, que fijan por primera vez la meta de que el 30% del gasto apoye objetivos climáticos.
La ELP proporciona, a partir del conocimiento científico-técnico disponible, señales a medio y largo plazo a los inversores, agentes económicos, sociales y medioambientales, así como al conjunto de la sociedad española, para anticipar y planificar la transición hacia una economía climáticamente neutra, identificando los potenciales efectos positivos sobre el desarrollo económico, el empleo y la salud de las personas y del medio ambiente.
La transición energética, ya en marcha, tendrá como primera referencia el PNIEC 2021-2030, que contempla la senda de descarbonización de la próxima década, alcanzado hitos como una generación eléctrica renovable de un 74% en 2030, un 42% de contribución renovable sobre el consumo de energía final.
La visión que plantea la ELP, a partir de 2030, deberá ser concretada en los sucesivos PNIEC que desarrolle España, en cumplimiento de su compromiso con la UE, para los periodos 2031-2040 y 2041-2050.
Principales magnitudes de la ELP
La Estrategia permitirá que el consumo final de energía y el crecimiento económico se desacoplen. Gracias a la mejora de la eficiencia energética y al ahorro, el consumo de energía primaria se reducirá en torno a un 50% desde el año 2020 hasta el año 2050.
El sector eléctrico, 100% renovable antes de llegar a mitad de siglo, será la principal palanca de la descarbonización ya que se prevé que la electrificación de los usos energéticos finales se duplique, pasando de un 26% en 2020 a un 52% en 2050. Para ese año, el 86% del consumo energético en los hogares será electricidad renovable. En el caso del sector servicios, el porcentaje será del 91%.
El resto de la contribución renovable a mediados de siglo se compondría de combustibles renovables (biocombustibles, hidrógeno renovable, etc.) y energías renovables de uso final (solar térmica de concentración, biomasa, etc), que permitirían abastecer al transporte y la movilidad con fuentes limpias en un 79% a mediados de siglo. De igual modo, la práctica totalidad -el 97%- de los sistemas de calor y frío serán renovables.
Todo ello permitirá que el sistema energético nacional, y no solo el eléctrico, sea renovable: se estima una cifra cercana a un 97% de origen renovable en el uso final de la energía para 2050.
Generación de empleo y movilización de inversiones
En el corto y medio plazo que planifica el PNIEC 2021-2030, la transición energética movilizará más de 240.000 millones de inversiones en la próxima década, que generarán entre 250.000 y 350.000 empleos. Esta horquilla representa el empleo neto anual, es decir, los puestos de trabajo adicionales y no acumulables que se crean cada año desde 2021 a 2030. Partiendo de los resultados del PNIEC, la trayectoria que marca la ELP atraerá inversiones por 300.000 millones de euros, fondos adicionales a un escenario sin la Estrategia. El número de empleos adicionales respecto a un escenario sin ELP se situará en un incremento de un 1,6%.
Un elemento clave para la economía española en un escenario de neutralidad climática será la reducción de la dependencia energética del exterior. La ELP estima que España pasará de importar el 73% de la energía consumida en 2018 al 13% en 2050, lo que implicará un ahorro acumulado en importaciones de combustibles fósiles entre 2021 y 2050 estimado en 344.000 millones de euros.
Mejora de la calidad de aire
La transición que perfila la ELP tendrá un impacto positivo en la salud y calidad de vida de la ciudadanía, especialmente en el ámbito de la calidad del aire. Las diferentes trayectorias en cada sector permitirán reducir la presencia de contaminantes primarios asociados a la polución atmosférica como el dióxido de azufre (SO2), los óxidos nitrosos (NOx) y las partículas PM2.5. Disminuirán un 55%, un 38% y un 36%, respectivamente, en 2050.
El modelo empleado por la ELP calcula que alcanzar el objetivo de neutralidad climática logrará una reducción de muertes prematuras en 2050 con respecto a 2010 de más del 60%, debido a la mejora de la calidad del aire.
Oportunidad para la cadena de valor industrial
La neutralidad climática supone una oportunidad para mejorar toda la cadena de valor de la industria, así como para generar nichos de negocio. Se fortalecerá el desarrollo tecnológico mediante la inversión de recursos en la búsqueda de nuevas soluciones para la descarbonización, mejorando con ello la estructura de Investigación e Innovación, al tiempo que se incrementa la competitividad del conjunto de la economía.
Según la modelización de la ELP, el despliegue de energías renovables permitirá que el sector industrial nacional refuerce su posición actual de liderazgo en estas tecnologías, abriendo nuevas vías de desarrollo en el ámbito del almacenamiento o el hidrógeno renovable, que también serán necesarias para avanzar hacia una movilidad inteligente, conectada y sin emisiones. De igual modo, resultarán fundamentales las medidas de ahorro energético en el sector de la construcción, como las acciones de rehabilitación energética para transformar el parque de vivienda, en la línea con la "ola de renovación" de los próximos años.
En este sentido, la ELP plantea el desarrollo de una estrategia industrial a largo plazo para aprovechar todas las oportunidades asociadas, mediante la mejora de la competitividad y la innovación, la estabilidad de los precios de la energía, la formación, el fomento de proyectos piloto y la compra pública sostenible, entre otras cuestiones. Estará acompañada de una estrategia de investigación, desarrollo e innovación para que la industria española pueda posicionarse de forma competitiva en el conjunto de la cadena de valor.
El impulso de la eficiencia energética; la electrificación de procesos; el uso de vectores energéticos renovables, como el hidrógeno; la integración sectorial inteligente; la sustitución de materias primas a través del fomento de la economía circular; o tecnologías como la cogeneración renovable y de muy alta eficiencia permitirán la descarbonización gradual de la industria española durante los próximos 30 años. Según la modelización de la ELP, este conjunto de medidas permitirá reducir las emisiones asociadas a este sector en línea con el descenso previsto para el conjunto de la economía en 2050, mejorando al tiempo la competitividad e intensidad energética de todos los procesos. Todo ello, en un escenario de crecimiento del sector y de aumento de la producción.
Este proceso de transformación se ha de abordar desde criterios de transición justa con medidas de acompañamiento para maximizar las oportunidades y minimizar los impactos, sin dejar a nadie atrás, siguiendo el marco de la Estrategia Nacional de Transición Justa.
Sistema eléctrico, vector de la descarbonización
El sector eléctrico será uno de los vectores principales para la descarbonización del sistema, abriendo importantes oportunidades de inversión. Se espera que este sector sea el primero en reducir drásticamente sus emisiones GEI, pasando de las 57 millones de toneladas de CO2 en 2020 a la descarbonización en 2050.
La transición hacia un sistema 100% renovable en este ámbito situará a la ciudadanía en el centro del sistema gracias al autoconsumo, las tecnologías de almacenamiento y de gestión de la demanda, así como a las redes inteligentes que permitan mejorar los sistemas de monitorización, control y automatización.
La ELP incluye un análisis de Red Eléctrica de España que garantiza la seguridad de suministro de un sistema 100% renovable no más tarde de 2050.
Movilidad sostenible
Los protagonistas de la transformación del sector transporte serán los cambios modales, para lo que será decisiva la participación de las entidades locales; el incremento de la eficiencia energética y la transformación digital de la movilidad, que se unirán al paulatino incremento de la electrificación y de la presencia los carburantes renovables. Estas transformaciones se activarán con la aplicación del PNIEC, que prevé que en 2030 se alcance una cuota del 28% de energía renovable en este ámbito y una reducción de las emisiones de más de un 30%.
La senda continuará en las siguientes tres décadas con medidas como la mejora de la electrificación en el transporte por carretera; la potenciación de los combustibles renovables en el transporte pesado por vía terrestre, la aviación y la navegación; la integración de la planificación urbanística en el sector del transporte; o el desarrollo de los gases renovables como el hidrógeno. Con ello, de acuerdo con el modelo de la ELP, se estima que este sector reduzca drásticamente sus emisiones en 2050, restando únicamente las emisiones de ciertos modos como por ejemplo la aviación.