En el mundo de la tecnología los avances son abrumadoramente veloces. Ello exige a las empresas que producen este tipo de productos y servicios tener un pie en el hoy y otro, cómo no, en el mañana. Así que se deben tener objetivos a corto plazo que ya suponen el presente de la firma corporativa, pero también determinados retos futuros que se pronostiquen realizables.
Sobre todo a la hora de hablar de la transición energética, pues todo el trabajo que se realice alrededor de la misma tiene que ir enfocado hacia esos objetivos de sostenibilidad que se imponen a nivel no solo europeo, sino mundial.
EDP está haciendo un gran esfuerzo en encontrar soluciones que contribuyan a afrontar los retos del cambio climático y la demanda de transición energética. El futuro sistema eléctrico requerirá de un fuerte aumento de la disponibilidad de tecnologías flexibles como respuesta a la naturaleza intermitente de las energías renovables. Desde las tecnologías maduras hasta las que aún están en desarrollo. Todas ellas desempeñarán un papel muy importante.
El gran reto global de esta compañía es alcanzar un escenario NetZero en 2040, objetivo que se alcanzará con la ejecución de un ambicioso plan de inversión que actualmente supone 25.000 millones de euros para 2026. En este contexto, España y, sobre todo, Asturias, son mercados prioritarios, con actividades de generación, distribución y comercialización.
En generación, el objetivo es completar la transformación de sus centrales en verdaderos hubs energéticos, a través de la apuesta firme por las renovables, el hidrógeno y el almacenamiento; en distribución, continuar con la digitalización de las redes para apoyar este despliegue, ganando eficiencia y minimizando potenciales fallos; y en comercial, apostar por la electrificación y descarbonización de los clientes con productos y servicios de eficiencia energética, autoconsumo solar y movilidad sostenible.
Todo esto irá acompañado de la atracción y retención de talento para seguir creciendo, creando valor en las comunidades y municipios en los que están presentes de forma sostenible y equitativa, apostando por la innovación y siendo valorados por el mercado y los grupos de interés.
En su caso, Windar se propone objetivos a corto y medio plazo que van cumpliendo, con lo que demuestran estar en el camino acertado hacia los retos propuestos a nivel general.
En cuanto a la acción por el clima, en 2024 pretenden llegar a monitorizar las emisiones de CO2 de proveedores clave, adoptar cartas voluntarias, códigos de conducta y práctica internos, así como a través de iniciativas sectoriales e internacionales para alcanzar un rendimiento ambiental responsable. En este ámbito, de cara al 2030 buscan reducir las emisiones de la cadena de suministro clave (alcance 3), donde cada tCO2 generada directamente, podría duplicar o triplicar las tCO2 a lo largo de la cadena de proveedores; para ese mismo año quieren reducir la huella de carbono mediante el cálculo de las emisiones directas de CO2, alcance 1 y 2. Otro reto más ambicioso ya para el 2050 es alcanzar la descarbonización (100%) de nuestras operaciones “NetZero”.
En lo que concierne a la energía asequible y no contaminante pretenden contar con puntos de recarga para vehículos eléctricos en el 100% de las instalaciones de cara al próximo año. Para el 2030, apoyar los compromisos adquiridos con clientes para el desarrollo de la transición energética mediante tecnología eólica; incrementar anualmente el porcentaje de su aportación a un planeta sostenible a través del número de hogares iluminados mediante energía renovable y tCO2 evitadas; colaborar en el desarrollo y crecimiento del sector eólico marino a través de la participación de las nuevas tecnologías; y difundir y promover la energía eólica como fuente limpia entre jóvenes y niños.
En el caso del ámbito de agua limpia y saneamiento, para 2030 buscan monitorizar el uso del agua de los principales proveedores. Y en el de ecosistemas terrestres y vida submarina quieren, el año que viene, formar al 100% de empleados en materia medioambiental y promover la conservación de la naturaleza colaborando con fundaciones u organismos dedicados a la protección de espacios naturales.
Se puede observar que la transición energética plantea desafíos significativos para las empresas, pero también ofrece oportunidades para la innovación, el crecimiento sostenible y la creación de valor a largo plazo. La capacidad de adaptación y la visión estratégica serán fundamentales para el éxito en este proceso.
Existen muchos retos que plantearse para el futuro en lo referente a la transición energética, pero si se debe definir uno, este podría ser la integración efectiva de tecnologías sostenibles y la reconfiguración de sus modelos de negocio para lograr un impacto significativo en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la sostenibilidad ambiental.
La verdadera meta radica en encontrar un equilibrio entre la sostenibilidad, la viabilidad económica y la capacidad de adaptación a un entorno empresarial que evoluciona constantemente. Además, las empresas deben ser capaces de liderar el cambio en sus respectivas industrias y contribuir al esfuerzo global para abordar el cambio climático.