David González está a punto de cumplir un año como director ejecutivo de la Agencia Sekuens; un año que, según nos contó durante la entrevista que fuimos a hacerle a las instalaciones de la entidad, está siendo muy positivo. Ese puesto le permite observar y comprender la capacidad que tienen para cambiar las cosas así como ofrecer una visión mucho más detallada de los retos a los que se enfrenta Asturias y también de las oportunidades que ofrece la región, aunque para eso hay que estar a la altura de la innovación. González pone el foco en el talento, en las colaboraciones, en la sostenibilidad y, cómo no, en esos nuevos sectores que emergen y que se deben aprovechar para seguir creciendo.
Hace unos meses que entraste en el cargo. ¿Podrías hacer un balance y destacar el mayor hito en este tiempo?
Siendo este mi primer año considero que el balance está siendo muy positivo. Te das cuenta de la capacidad y profesionalidad de una agencia como Sekuens. Después, comprendes el poder que existe para cambiar cosas y poder combinar recursos con acciones para diferentes industrias y empresas. También percibo la capacidad de tomarle el pulso al sector productivo de la región.
Como hito, subrayo los éxitos desde el punto de vista de la industria de Defensa con la implantación de empresas que vienen de fuera de Asturias: multinacionales internacionalizadas que han elegido esta tierra para seguir su capacidad productiva.
Y tanto este como otros los hemos hecho acompañados de la Consejería de Ciencia, Empresa, Formación y Empleo, creando un entorno favorable para las industrias de la región, formando un equipo joven, dinámico y con ganas de hacer cosas, que conoce el ecosistema innovador de Asturias.
¿Cuál es el principal desafío al que se enfrenta la región?
Tenemos que entender que es crucial mantener una economía robusta y sana, porque, queramos o no, la economía lo es todo. Cuando funciona crea riqueza, puestos de trabajo, y se debe distribuir a la sociedad, pues no podemos olvidar que lo que las personas queremos es vivir mejor y eso solo se consigue si la economía es fuerte.
Entonces, desde esa premisa… ¿Cómo consigues una economía así? Competimos en un mundo global que ya empieza a nivel nacional. Cada autonomía tiene sus fortalezas y debilidades. Competimos por atraer y hacer fuertes los principales sectores que tenemos. ¿Y qué tenemos? Una región industrial y nuestro pasado minero y siderúrgico que nos ha dejado unas infraestructuras en temas de energía o de acceso al agua, entre otros, que hay que valorar.
Por tanto, el gran reto es mantener la industria. Asturias no puede perder eso en lo que somos fuertes, lo que es nuestro corazón. Industria metalmecánica, siderúrgica, agroalimentaria, energética… Pero a la vez, hay que crear políticas y mecanismos para mantenerlas y hacer crecer otras que nos imponen las nuevas tecnologías o la situación geopolítica o geoeconómica. Esos cambios que antes se daban en dos décadas, ahora surgen en una, y el que no esté preparado va a sufrir como sociedad. Tenemos que atraer a Asturias la industria moderna, la del futuro.
¿Qué otros retos que deberían asumirse?
Creo que un reto importante es saber seleccionar muy bien los proyectos claves; apostar por cuatro o cinco, porque los recursos no te van a permitir ir a más. Es mejor focalizar, tener una estrategia e ir a por ello, y cuando los defines te das cuenta de que no dependen solo de un aspecto, sino que son tan transversales, tan integrales y holísticos, que terminan involucrando a la sociedad, a la parte cultural de la región. Para mí esa industria de la cultura, la parte más humanística, es muy importante para la riqueza industrial de Asturias.
Otro reto consiste en aprovechar nuestras infraestructuras. Tenemos algunas que posiblemente sean de las que más oportunidades creen a nivel nacional e internacional: la ZALIA, los puertos, espacios como La Vega de Oviedo, o Naval Azul, en Gijón son muy singulares, pues unos tienen accesos al mar, otros están dentro de la ciudad… Hemos de comprender que muchas generaciones de gente joven quiere trabajar en sitios diferentes a donde lo hacemos nosotros, y estas infraestructuras pueden ayudar.
Eso por no hablar de los pozos mineros, otra oportunidad. También tienen ese carácter singular y poseen energía; casi toda la cuenca minera tiene una red de subestaciones que no son sencillas de poner en marcha y ya están en funcionamiento. Y luego tenemos un acceso al agua que nuestra orografía y climatología nos lo permite.
Uno de los hitos logrados es el calendario unificado de convocatorias, ¿Qué acogida han tenido las principales convocatorias y qué se espera de cara a fin de año?
El calendario de convocatorias es una novedad que tanto para las industrias como para los investigadores ha tenido buena acogida, pues permite unificar, tener una idea de cómo van a salir. Más allá de las fechas hay una oportunidad enorme porque muchas convocatorias están relacionadas con la inversión productiva, y esta va asociada a la productividad, que es el gran caballo de batalla.
En definitiva, las convocatorias están en marcha, el calendario va muy bien; además, combina inversión con proyectos industriales de I+D+i y las personas.
Hablando de personas… Todo evoluciona, las industrias cambian, ¿cuál es el papel del talento en esa transición?
Para mí la palabra talento acota y cierra el abanico. Me gusta más hablar de profesionales. No sé si tenemos una ausencia o falta de los mismo o no, pero lo que es seguro es que queda un camino por recorrer y debe ser hacia el entendimiento de las nuevas generaciones, porque no va a funcionar que nosotros les forcemos a pensar como pensamos.
Debemos comprender que los jóvenes de hoy en día están comprometidos con el medio ambiente, tienen un sentido de la movilidad mayor que el que teníamos nosotros, están más comunicados y tienen un mejor acceso a la información.
Es una generación que ha vivido una pandemia, una de las mayores crisis económicas que hemos padecido en los últimos 50 años… Han sufrido varios reveses. Pero además, les gusta trabajar en sitios que a nosotros nos gustaría y no aceptan trabajar en aquellos que nosotros normalmente aceptábamos.
Los polígonos industriales, por ejemplo, se tienen que modernizar, porque los jóvenes quieren ir a trabajar a lugares que estén bien conectados, en los que puedan tener una vida cuando salgan de su jornada laboral, y que no tengan que movilizarse con el coche 30 o 40 kilómetros. Esto tenemos que entenderlo, porque si no lo hacemos estaremos cometiendo un error y se van a ir, ya que ahora mismo tienen posibilidades de estar en otras zonas del mundo en las que sí tienen esas condiciones.
De todos modos también quiero resaltar que cuando hablamos de profesionales hay que referirse no sólo a los jóvenes. Aquellos que ya tenemos una edad, incluso los que están a punto de jubilarse, tienen mucho que decir, y también es una responsabilidad nuestra formar a la juventud y ésta escucharnos, pues en ese intercambio de conocimiento es cuando podemos tener un punto fuerte como sociedad.
¿Qué importancia tiene para ti que se produzcan alianzas entre entidades?
Las colaboraciones pueden ser buenas… O no. Las palabras son muy fuertes, ¿quién va a ir en contra de las alianzas? Pero después llega la realidad. Lo que tenemos que tener claro cuando se hace una alianza es que yo me uno a alguien para llegar donde solo no puedo, porque aliarme para quedarme como estoy o para perder no tiene sentido.
Esa alianza para llegar lejos tiene un componente de generosidad. Tú puedes querer llegar más allá, pero tienes que permitir que quien se alíe contigo también pueda. Y esa generosidad no siempre es tan obvia. Pensamos que nos aliamos para subir solo nosotros o para tener un convenio.
Al margen de eso, por supuesto, en este mundo tan complejo, ¿cómo vas a hacerlo tú solo? Siendo todo cada vez más global, estando tan polarizado, o tienes alianzas o no estás en el camino adecuado.
La innovación y sostenibilidad son bases de competitividad empresarial. ¿Cómo ves a las empresas asturianas en este sentido?
Considero que para que estén preparadas, primero tiene que estarlo la región, pues las empresas están viviendo en una carcasa que es Asturias.
Nadie puede ir en contra de la sostenibilidad sea del tipo que sea. Cuando te vas fuera sabes que estás compitiendo con otros países que entienden la sostenibilidad de otro modo, pues en Europa no se entiende de la misma manera que en Estados Unidos ni Asia. Por tanto, van a haber unas ventajas y unas desventajas.
Desde mi perspectiva, se trata de una apuesta de continente: ¿Quieres marcar la diferencia y ser de los primeros que llega descarbonizado o con productos sostenibles? Hay quienes prefieren que su superioridad se base en una economía más cercana al pasado que al presente porque todo tiene un precio, y en este caso es la transición.
Ahí estamos, en el camino. Europa y otros países con nuestros mismos valores han decidido ser pioneros en industria descarbonizada porque va a ser más eficiente. El problema es que para esa transición hay que desarrollar tecnología como el hidrógeno, mejorar la eficiencia de la fotovoltaica, descarbonizar industrias que llevan casi siglos… No es sencillo.
Por ello, la sociedad madura tiene que entender que no vale todo. ¿Quieres una cosa o la otra? Todo no se puede. Las empresas asturianas saben que el futuro pasa por ahí, por nuevas industrias arriesgadas desde el punto de vista energético, como los vehículos eléctricos o la de la alimentación. Y ahí es donde queremos estar, sabiendo que vamos a tener que pasar por momentos duros porque tarde o temprano la industria será sostenible o no será.
Otro problema es el ritmo de la regulación de la innovación. ¿Cómo se debe afrontar el hecho de que vaya tan por detrás la norma?
La tecnología va muy rápido y la regulación no va al mismo ritmo, pero ¿esto es algo del presente o ya pasó? A veces pensamos que somos únicos, diferentes, pero nuestros padres y abuelos pasaron por cosas similares con otros nombres; han vivido guerras y nosotros ninguna, lo que es un punto más de admiración.
La regulación es necesaria pero en su justa medida, porque no puede ser una barrera. No se puede entender una región industrial sin acceso a la energía limpia y sostenible. Ahí tenemos el tren de alta velocidad, por ejemplo, y hemos de seguir construyendo infraestructuras.
Regular ayudará a que no se cometan abusos y que trabajemos bajo unas normas, además de que aportará seguridad jurídica.
Las industrias emergentes, como la Defensa, el sector aeroespacial, Innohealth… ¿Qué papel van a jugar en el futuro de la región?
Cuando hablamos de las potencialidades de una región también hay que ver las debilidades. No podemos engañarnos, ¿ha tenido Asturias una industria históricamente aeronáutica? No. No tenemos un entorno adecuado, como en Andalucía o Madrid que llevan más de 30 años en ello, con empresas auxiliares, una cadena de valor que vaya desde el composite del material de la materia prima hasta la fabricación de piezas e incluso el control de calidad. ¿Hemos tenido históricamente una industria de automoción? Tampoco. Valencia, Vigo, País Vasco o Castilla y León sí, llevan muchos años en ello.
Entonces, ¿dónde sí tenemos entorno? En el sector Defensa, por ejemplo, porque han habido dos fábricas de armas hasta hace poco, hay una de vehículos que se está formalizando en Trubia, tenemos otra de armamento, empresas, una cadena de valor en esta industria… Por eso funciona. También el sector energético, la industria pesada, siderúrgica, papeleras, industria láctea, química… Donde sí tenemos historia y podemos seguir construyendo pensando en el futuro.
En Asturias hay un sistema de salud que es una maravilla, con hospitales suficientemente grandes para darnos mucha información y suficientemente pequeños para ser ágiles, pero el sector se encuentra demasiado focalizado en la parte asistencial y nos cuesta. Si conseguimos que el conocimiento de los médicos que están cada día con los pacientes pueda salir al mercado con los casos que ven e ideas de innovación, tendremos éxito a la hora de crear productos y desarrollos que una empresa pueda valorar.
Y viendo más allá, en el sector espacial todavía no lo sabemos, pero es nuevo y aquí sí podemos buscar nuestro hueco.
¿Qué importancia tienen los centros I+D para impulsar a las empresas en base al conocimiento?
Abrir centros I+D es un paso lógico pero por lógico alguien tiene que darlo, y la Consejería de Ciencia, Empresa, Formación y Empleo lo ha hecho.
Cuando hace quince años hacía la tesis doctoral viajaba mucho y se decía que no pasaba nada si las industrias se iban, pues se mantendría en Europa el conocimiento y los centros I+D. Lo que ocurrió fue que las industrias se fueron y se llevaron estos centros, lo cual es normal porque tienen que estar cerca para que se mantengan y sean competitivos.
Tenemos que relocalizar nuestras industrias en Europa y que los centros I+D estén con ellas, pues sabemos que los costes y otros factores que harán que una empresa se quede o no en el continente va a depender de lo eficiente y eficaz que sea, y para eso están estos centros.
Hagamos que Asturias no sea solo fuente de infraestructura, energía o agua, sino también de conocimiento.
¿Qué se está haciendo desde Sekuens para que las empresas crezcan en tamaño?
Estamos convencidos de que si una empresa no crece, decrece. Tiene que tener la cabeza en las nubes y los pies en el suelo. El equilibrio es la clave.
Sabemos que no es fácil tomar decisiones para crecer con sentido, por eso tenemos un convenio con la Federación Asturiana De Empresarios (FADE) para hacer crecer sosteniblemente las empresas. Esto se combina con varios convenios con la Cámara de Oviedo para, además de ese crecimiento, conseguir la atracción de inversiones.
Con respecto a esa atracción de inversiones, ¿qué cualidades tiene la región para resultar atractiva?
Tiene cualidades técnicas y emocionales.
Somos una región muy bien comunicada. Tenemos salida al mar y eso para las empresas internacionalizadas que exportan es fundamental; también hay una buena conexión con la meseta por tren y una buena red de carreteras.
Tenemos el entorno industrial sin el cual a las empresas les costaría confiar. Por ejemplo, cuando hablamos de captación de inversiones de una empresa química, al decirle que aquí hay cuatro o cinco ya entienden lo que hacemos.
Y luego está la parte más emocional, que es esa que ve Asturias atractiva desde el punto de vista de la calidad de vida. La gente que invierte en Asturias quiere que sus empleados sean felices; es una región agradable para vivir porque tiene seguridad, buen clima, ocio y simpatía.
Y para terminar, ¿Cuál es la gran oportunidad de Asturias?
Lo que hagamos en cinco o seis años definirá nuestro futuro como sociedad y región, por eso tenemos la oportunidad de construir una sociedad madura desde el punto de vista tecnológico, cultural, patrimonial y económico.
Para ello la sociedad civil tiene que involucrarse, pues no es solo tarea de la Administración, de las empresas o de la Universidad. Que nadie se quite la responsabilidad de construir la nueva Asturias.