Become the change
Tribuna de Pablo Martín - Presidente, CEO y Fundador de Izertis
Asturias tiene como única oportunidad convertirse en un líder innovador, que abandone cualquier arraigo pasado y que centre todas sus expectativas en un nuevo futuro.
Tendemos a referirnos a la innovación en términos únicamente empresariales, cuando en realidad este permite una acepción mucho más amplia: proceso que introduce cambios sobre algo que ya existe o incluso lo sustituye por completo con el objetivo de mejorarlo.
Creo que más allá de aumentar el grado de innovación en todos los procesos de las empresas asturianas, lo que realmente resulta más acuciante para nuestra sociedad es un proceso realmente disruptivo de cambio, de innovación social, que transforme completamente Asturias.
Uno de los problemas principales es la no aceptación del constante cambio. Los procesos de cambio son siempre traumáticos pero irrefrenables y necesarios. Abrazar el cambio y convertirse en vanguardia de este, puede ser, quizá, la única gran oportunidad que una región pequeña como Asturias pueda tener. Lo que nosotros llamamos Become the change, es decir, convertirse en el cambio.
La acepción que Schumpeter introdujo de la creación destructiva nos ayuda a entender porque la fuerza de la innovación creativa, tecnológica, emprendedora, organizativa y social produce una sucesión constante de procesos de destrucción y creación de valor que afecta a empresas y trabajadores.
Las regiones, naciones, empresas, tecnologías y grupos que una vez dominaron algo pasaron en muchas ocasiones a un inexorable declive antes de renacer con un nuevo impulso de cambio. En algunos casos ese renacimiento se traslada hacia nuevos actores, al no poder adaptarse a las nuevas circunstancias los antiguos protagonistas.
No tiene sentido por lo tanto añorar tiempos pasados, envidiar lo que otros tienen, o esperar a que alguien, otros, solucionen los viejos problemas.
Nuestra región quizá sea uno de los ejemplos destacados de nuestro país al hablar en estos términos. La evolución natural que llevamos siguiendo varias décadas nos ha hecho evolucionar positivamente de lo que éramos hace unos años. La percepción de que no debemos anclarnos en el pasado está cambiando. Las compañías que formamos el núcleo empresarial y de corporaciones en la región estamos comprometidos con esa idea de escalera, en la que siempre se debe buscar el siguiente escalón. Pero ello no debe hacernos caer en la autocomplacencia, ya que con nuestro ritmo de crecimiento actual no es suficiente. El camino es largo y los pasos apenas han comenzado. Todavía estamos muy, muy lejos de aquello en lo que debemos convertirnos.
Aunque no suele ser la tónica habitual, sí que es más frecuente de lo que debería, el encontrarnos que ciertos procesos de transformación están siendo catalogados inmediatamente como un proceso de transformación digital. Pero nada más lejos de la realidad.
La llegada y marcha del covid han contribuido a ello. Tanto es así, que incluso hemos llegado a oír expresiones de empresas importantes decir que “durante esta etapa pudieron continuar con sus actividades comerciales gracias a que se habían transformado digitalmente y podían recibir sus pedidos por WhatsApp”. Y este es precisamente un ejemplo para mostrar que quienes creen que disponer de un portal web, de un espacio de comercio electrónico o una app para sus clientes, no están digitalmente transformados.
Asturias tiene como única oportunidad convertirse en un líder innovador, que abandone cualquier arraigo pasado y que centre todas sus expectativas en un nuevo futuro. Su pequeño tamaño, se convierte en una ventaja a la hora de virar bruscamente y la necesidad acuciante convierte ese cambio en la única posibilidad real.
No es una cuestión ideológica, es una razón estratégica. Asturias puede y debe convertirse en un paraíso digital, refugio del talento global, protector de las empresas y de los emprendedores y adalid de la innovación y el cambio. Debemos olvidarnos de nuestro pasado, dejar de pensar en nuestras limitaciones, en lo que pudimos ser, en lo que nos merecemos, y sobre todo en los culpables del pasado.
Debemos convertirnos, Asturias, en la organización más ágil, digital, automatizada, creativa, moderna, flexible, dinámica, y sobre todo en la más innovadora. El objetivo es que Asturias tenga futuro, que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tengan un futuro mejor del que tuvimos en el pasado.
No hay nada más absurdo que esperar a que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo de siempre. No hay nada más irreal que dictar ideas que no son factibles. Asturias no es una aldea aislada, ninguna región lo es. Asturias no puede dictar dogmas que cambien el ecosistema, solo puede adaptarse a ese ecosistema y ser mejor que los demás. Para ello tiene que ser más competitiva.
La solución es el cambio, la solución es la innovación.