"Desde Asturias enviamos salud a las cabezas y corazones del mundo"
Asturias puede sentir un gran orgullo al ser el epicentro de un componente vital en la vida de muchas personas. Concretamente de 20 millones de pacientes de todo el mundo. ¿Cuál? El ácido acetilsalicílico, que contiene la Aspirina, la cual actúa como antiinflamatoria y alivia el dolor; o el Adiro, utilizado para resolver problemas cardiovasculares. Este hito en la historia de la región ha sucedido gracias a la planta de Bayer situada en La Felguera. La empresa químico-farmacéutica celebra 125 años de historia y nosotros quisimos tratar este tema y muchos otros con el director de la planta asturiana, Jorge Álvarez.
¿Qué significa para Bayer celebrar 125 años de historia llevando a cabo una labor tan importante como es el desarrollo de medicinas?
Bayer es una empresa alemana que nace en 1863. A España llega en 1899 por intereses comerciales y crea una fábrica en Barcelona. Ese año es en el que se patenta la Aspirina. 125 años desde que una empresa alemana está presente en España representa un orgullo para el país, y hoy ya abarca la producción, investigación y desarrollo, ensayos clínicos… Este es uno de los países más importantes para Bayer, pues son más de cien años intentando dar las mejores medicinas a los pacientes de todo el mundo.
¿Qué hitos podrías destacar en todos estos años? ¿Qué balance se puede hacer a día de hoy?
A nivel general, el gran hito es la participación de España en ensayos clínicos, que son los que se hacen de las moléculas nuevas que primero se investigan en laboratorio y luego se van a fase clínica con hospitales para probar la seguridad y la eficacia de los fármacos. España es uno de los países que más contribuye; muchas veces, de hecho, el que más.
En cuanto a la planta, esta se crea en 1942 de la mano de Duro Felguera y Explosivos Río Tinto y se llama PROQUISA (Productos Químicos Sintéticos Sociedad Anónima). La crean porque en la zona de Langreo, cuenca minera, al haber carbón y procesos siderúrgicos, tenían subproductos que no sabían qué hacer con ellos y se dieron cuenta que a partir de los mismos se podrían obtener las materias primas que permitían fabricar ácido acetilsalicílico. No lo llamaron Economía Circular obviamente en esos momentos porque no existía la expresión, pero es un ejemplo de ello o de sentido común. Entonces, lo empiezan a fabricar.
Ya en ese momento el ácido acetilsalicílico famoso en el mundo era el de Bayer. En 1942, como la patente estaba caducada, cualquiera podía fabricar y aquí empezaron a hacerlo. En 1949, siete años después de crear la planta y luego de la segunda guerra mundial, a Bayer le incautan los bienes que tenía en muchos países, entre ellos en España, y los ponen a subasta pública. Entonces, esta planta asturiana que en aquel momento no tenía nada que ver con Bayer más allá de que fabricaba ácido, compra el derecho a usar la marca Aspirina en España y la cruz de Bayer en España.
Y así comienza la relación de esta planta con Bayer, de un modo bastante peculiar. Luego Bayer, ya reconstituida en 1969, adquiere el 51% de las acciones de PROQUISA para recuperar lo que había sido suyo, ese derecho de usar la cruz en España y la marca Aspirina. Como anécdota, ese mismo año, la Aspirina llegó a la luna a bordo del Apolo 11, pues iba en el botiquín.
En 1981 ya Bayer compra el 100% de la planta y desaparece el nombre de PROQUISA. Ahí se duplican las capacidades de producción, se comienza con la Universidad de Oviedo a atraer muchos licenciados de Química, Ingeniería, y a hacer investigaciones para desarrollar o mejorar los procesos. Esto es muy importante porque lo que se desarrolla, es decir, la captación de talento y los proyectos de investigación permiten que en el 2012 podamos hacer el anuncio que se ejecuta dos años después, en el que destacamos que tenemos la capacidad total para fabricar todo el ácido que la marca necesita para todos los productos que vende en el mundo. Desde ese año, cualquier Aspirina que uno tome en el mundo, si es de Bayer, el principio activo se fabricó en la planta de aquí de Asturias.
Ahora, además, fabricamos otros dos principios activos: el clotrimazol, que es un antimicótico; y el nifedipino, para la hipertensión arterial.
¿Cómo ha evolucionado la planta de La Felguera? ¿En qué aspectos se está invirtiendo más?
Las últimas inversiones muy específicas y claras de apuesta por la planta fueron entre 2021 y 2022, cuando trajimos el nuevo producto (nifedipino). Pero, aparte, en los últimos años hemos invertido mucho en la sostenibilidad de los procesos. Eso nos ha permitido desarrollar la iniciativa ‘Aspirina verde’ gracias a la cual hoy el 100% de la energía eléctrica que utilizamos en nuestros procesos viene de fuentes renovables. Además, hemos reducido el consumo de esa energía eléctrica en un 9%; hemos reducido la generación de residuos enviados a incineración en un 25%; y la huella de carbono de la planta, desde 2019, se ha reducido en más de un 50%. Tenemos planes de que se reduzca hasta que sea cero.
Pienso que Asturias ha sido, es y debe seguir siendo industrial y nosotros, con nuestro tamaño ponemos nuestro granito de arena para que así sea y para que esa industria vaya con los tiempos siendo eficiente, segura y sostenible.
¿De qué modo ha impactado e impacta esta planta en el tejido económico y social de la región?
Llevamos 83 años contribuyendo a conseguir esa Asturias industrial moderna y esperamos seguir tratando de ser referentes. Y también es muy importante destacar que nosotros estamos muy integrados y colaboramos con instituciones, con organizaciones y asociaciones porque creemos que la colaboración debe ser institucional, social y económica.
Pienso que Asturias ha sido, es y debe seguir siendo industrial y nosotros, con nuestro tamaño ponemos nuestro granito de arena para que así sea y para que esa industria vaya con los tiempos siendo eficiente, segura y sostenible.
Para lo que es el tejido y concretamente aquí, en Langreo, somos una planta muy importante. Ahora que se habla de reindustrialización en toda Europa y también en la región, somos ejemplo y podemos actuar de palanca para que otras empresas puedan ponerse alrededor y vernos como una entidad que lleva tantos años aquí; que es posible. Desde Asturias mandamos la Aspirina y el Adiro a las cabezas y corazones del mundo.
¿Cómo se garantiza que la calidad y la capacidad de producción cumplan con las demandas globales?
Es un trabajo de todo el equipo que tiene que ver con el conocimiento, es decir, con tener buenos profesionales y yo creo que aquí los tenemos. Aunque está de moda decir, y es verdad, que en algunos perfiles cuesta encontrarlos, yo sí que creo que en Asturias podemos estar razonablemente satisfechos de tener buenos profesionales a nivel de técnicos, de químicos, ingenieros… Y también buenos operarios con la Formación Profesional y eso en la planta se nota. Siempre ha tenido buenos profesionales.
Y, por otro lado, el compromiso. Y yo aquí me quedo muy sorprendido: cuando viene gente de Alemania a ver la planta siempre les pregunto cuando se van a ver qué les parece, y me dicen de forma recurrente que se nota que todas las personas que trabajamos aquí sentimos la planta como propia, como nuestra. Hay un compromiso muy alto; eso siempre lo he visto pero no como una cosa diferencial, sino normal, y resulta que en otras plantas no sucede.
Y es que, hablando con el alcalde de Langreo, me dijo que eso es porque en la zona de las cuencas hay mucho sentimiento de comunidad que, bien orientado, es lo que hace que luego las personas que trabajan en la planta la creen y sientan como suya. Para mí ese interés de las personas con el futuro de la planta, con intentar hacer las cosas bien, es importante y ha pasado siempre. Esto es fundamental para tener los procesos bien controlados y obtener un buen producto, pues va a llegar a un paciente, que lo somos todos.
¿Qué perfiles son los más demandados hoy en día en la planta?
Además de los mencionados -seguimos teniendo químicos, ingenieros, farmacéuticos, gente de FP en lo que a operarios respecta...-, sí que en los últimos cinco años, más o menos, se ha incorporado el perfil de los científicos de datos. Y es que los procesos a lo largo de la historia empezaron siendo manuales, luego pasaron a ser automatizados pero sin acumulación de datos, hasta llegar a la actualidad, donde se hace todo desde un ordenador y en él ya tienes todos los datos que se pueden necesitar para otras cuestiones: a qué hora se abrió, quién lo hizo, cuánto líquido entró, quién lo cerró… De este modo se puede controlar mejor el proceso pensando en la calidad, en la seguridad y la eficiencia. Para eso necesitas personal con esa formación concreta.
La planta está mucho más digitalizada de lo que estaba pero no al 100%. Es un proceso a largo plazo. Ahí lo importante es no perderse, porque digitalizar por digitalizar está bien pero tienes que priorizar y entender para qué lo haces, es decir, tomar decisiones mejor informadas y mejorar la eficiencia de los procesos.
Luego hay cosas que tienes que tener digitalizadas sí o sí, como por ejemplo la facturación electrónica, porque es una exigencia legal y no tienes que preguntarte por qué. Pero, en líneas generales, lo importante es el producto: yo quiero que este tenga una calidad determinada -que en el caso de la farma te lo marcan las farmacopeas-; quiero que sea un proceso eficiente, seguro y sostenible; por tanto, todo lo que la digitalización te pueda ayudar en esa línea, hazlo, y en lo que no, plantéatelo porque será secundario.
¿Qué proyectos a largo plazo tiene Bayer para la planta de La Felguera?
Hemos anunciado una opción de compra sobre una parte -25 mil metros cuadrados en concreto- de los terrenos de Iberdrola en fase de desmontaje que están anexos a la planta. Es un primer paso esa adquisición que está sujeta a que se obtengan las certificaciones adecuadas para el uso industrial que nosotros le pretendemos dar. Esta es la primera parte.
La segunda, aún no tenemos nada aprobado pero la idea es intentar ampliar nuestra producción para fabricar más principios activos. Estos terrenos nos permitirían expandirnos y optar a proyectos de inversión más ambiciosos que de otra manera no podríamos porque los terrenos en los que estamos se encuentran bastante ocupados.
¿Cuáles son los principales retos que enfrenta Bayer y en concreto la planta de cara al futuro? ¿Y qué hay de las oportunidades?
Bayer tiene un reto en el sector de la salud. Hay productos que están ahora perdiendo la patente, ‘lost of exclusivity’, y llega la competencia de genéricos. Es un reto porque, ¿cómo se compensa? Pues con otros productos que están ahora en fase de desarrollo llegando al mercado. Queremos que sean tan exitosos como los que ya hay y que están perdiendo la patente.
Oportunidades… Ahora hay mucha en terapia génica y molecular. Bayer ahí está muy bien posicionaba ofreciendo soluciones a enfermedades que actualmente no la tienen, como por ejemplo el Parkinson en la que está investigando muy a fondo y que va en línea con la medicina personalizada, gracias a la cual permiten luego dar a cada paciente o grupo de pacientes reducido la medicina que necesita. Es una oportunidad enorme. También está muy bien posicionada en otras áreas como oncología y cardiovascular.
Y en la planta, lo que intentamos es aprovechar las oportunidades que brinda la parte cardiovascular que tiene varios principios activos, por eso queremos ampliar y poder hacer la mayor cantidad que podamos. Esta es la tarea que tenemos por delante.