El ascensor que se adelanta a la avería
A mucha gente le dan miedo los ascensores. A veces es por claustrofobia, pero la mayor parte tiene que ver con el hecho de que se pueda averiar mientras están dentro. Gracias a la tecnología, la empresa asturiana Ascensores Tresa tiene entre manos un proyecto con el que, de un modo u otro, alejarán ese temor a quedarse ‘atascados’ en un elevador. ¿Cómo? Con el internet de las cosas.
Pedro Ortea es el consejero delegado de Ascensores Tresa, una empresa familiar que tiene un capital completamente asturiano pero una intensa vocación internacional. Hace 40 años que esta entidad decidió buscar su hueco y lanzarse a competir con multinacionales. Hoy en día tiene una plantilla de más de 210 personas y produce por encima de los 3.000 ascensores anuales.
Este éxito ha sido valorado por parte de la Federación Asturiana De Empresarios (FADE), de quienes recientemente han recibido el premio en la categoría de Empresa Asturiana. Este galardón les ha hecho sentirse “ilusionados y con energías renovadas. Nos hace tener mayor conciencia del impacto que Ascensores Tresa tiene en nuestra comunidad, lo que nos llena de orgullo y eleva el nivel de autoexigencia para poder cumplir con nuestro compromiso social”.
La empresa resolvió el año 2023 con buenos resultados: “El balance del ejercicio, en términos de negocio, lo podemos considerar favorable. En términos de facturación, hemos crecido más de un 4%, motivado fundamentalmente por el incremento del volumen de negocio”. Asimismo, dice Ortea, “las medidas de contención de los costes han sido efectivas, y el crecimiento de éstos se ha mantenido por debajo del de la facturación”.
Asegura Pedro que le deben la posición actual de mercado en la que se encuentran al fundador, Gonzalo Suárez, quien falleció el año pasado.
Un servicio a la carta
Entre los proyectos de Tresa de cara a este 2024 se encuentra el ascensor conectado o IoT (Internet of Things), “que permite monitorizar los ascensores fabricados por Tresa conociendo su estado en tiempo real evitando que sea el usuario quien tiene que detectar anomalías y permitiendo actuar remotamente sobre el ascensor, mejorando los tiempos de respuesta”.
Pero también están embarcados en otros trabajos como el TresaVoice “que posibilita dirigir el ascensor a través de comandos de voz, con lenguaje natural en varios idiomas y sin necesidad de conexión a internet”, una tecnología orientada a usuarios “con necesidades especiales de accesibilidad, de manejo de botoneras o problemas de visión, contribuyendo de este modo al desarrollo de una sociedad más diversa e inclusiva”. Y el SmartButton para que el ascensor “reconozca las preferencias del usuario a través de una aplicación móvil y pueda configurar las variables de desplazamiento vertical a su gusto, como el destino, el horario, la apertura remota de montacoches, el control de accesos, etc”.
La ambición de esta entidad, explica Ortea, les lleva a aspirar a mucho más: “Queremos materializar durante este y los próximos años proyectos estratégicos de calado, que van desde la digitalización de nuevos sistemas de monitorización y mantenimiento de ascensores a distancia, hasta la apertura de nuevas líneas de negocio y mercados en los que operar”.
“No aspiramos a ser los más grandes, pero sí los mejores en todo lo que hacemos”
¿Qué hace a Tresa diferenciarse del resto? ¿Cuál es su insignia, su razón de ser? ¿De qué manera se hace un notorio hueco entre tantos competidores? “Como decía Gonzalo Suárez, no aspiramos a ser los más grandes, pero sí los mejores en todo aquello que hacemos”, apunta Ortea. Y eso, prosigue, “implica un alto grado de adaptación y flexibilidad ante las demandas de nuestros clientes, con el único objetivo de satisfacerlos. Por ello, hacemos ascensores a medida de sus necesidades”.
Para esta organización, la relación entre tecnología y seguridad tiene que estar, nunca mejor dicho, asegurada: “entendemos que el camino para certificar la seguridad de nuestros ascensores se encuentra en el uso intensivo y extensivo de todos nuestros prototipos y configuraciones antes de su comercialización”.
Precisamente por ello, desde 2014 han llevado a cabo ensayos de prototipos y configuraciones en la torre de I+D+i ubicada en Gijón, concretamente en Roces, un centro de pruebas al que Tresa ha contribuido participando activamente en su diseño y desarrollo. “La torre de pruebas tiene una altura de 38 metros y ha permitido predecir comportamientos, evaluar durabilidad, medir vibraciones y ruidos, entre otros”, detalla Pedro.