Gestión del talento en la era de la industria 4.0
La nueva era industrial que identificamos con el numeral 4.0 se caracterizará por los cambios profundos que se producirán en los modelos organizativos empresariales y en la cultura del trabajo.
El vector que los impulsará será la transformación digital. Datos, Conectividad y Personalización son los tres pilares en los que se asienta la Industria 4.0. La obtención de información acerca de las preferencias del cliente y sus hábitos de consumo; de su experiencia con la marca y el producto, permitirán, gracias a la conectividad, disponer en tiempo real de información valiosa para orientar los procesos de diseño y fabricación hacia el público objetivo, formulando propuestas personalizadas que se fabriquen eficientemente y lleguen al mercado antes que las de los competidores. Una revolución facilitada por la tecnología y conducida por el Talento de las personas.
El proceso de transición de la industria al nuevo paradigma 4.0 implicará el cambio en los estilos de gestióny la evolución de la cultura de la empresa, entendida ésta como el conjunto de hábitos de conducta y normas no escritas que caracterizan el proceso de dirección y toma de decisiones de una concreta organización. Sustituir estructuras jerarquizadas por otras más ágiles y flexibles sin pérdida de alineación, enfoque y control, requerirá de un liderazgo visionario y colaborativo, del compromiso de los empleados, y de un intenso y constante esfuerzo en formación interna por parte de la empresa, debiendo hacer virtud de la coherencia entre el discurso y los hechos. Conjugar los objetivos empresariales con las motivaciones de los empleados, creando amplios espacios de intersección que faciliten la creatividad y estimulen la innovación, será clave para retener y desarrollar talento en las organizaciones.
Centrar la divulgación y los talleres de trabajo de la Industria 4.0 en las tecnologías facilitadoras, relegando a las personas, al cambio cultural y al diseño organizativo a un discreto segundo plano supone un error
Las tecnologías facilitadoras de la Industria 4.0 son herramientas avanzadas y necesarias, pero no necesariamente generadoras de valor per se. La capacidad Analítica reside en la inteligencia humana, en el talento de las personas y en el de las organizaciones - si éstas son capaces de incorporar las aportaciones de los individuos a sus procesos de negocio -. Un buen ejemplo de lo que indico es el referido a la Inteligencia Artificial, la más avanzada de todas ellas, pero no por ello carente de limitaciones en su utilidad, ya que adolece del sesgo algorítmico, el cual puede suponer la toma de decisiones injustas, o cuando menos no acertadas. Se trata de los mismos viejos problemas que la inferencia estadística ha evidenciado a lo largo de su historia en el procesamiento de datos: representatividad de la muestra, falta de contexto social, dificultad para objetivar los criterios de equidad, y tantas otras fuentes de Bias. Por ello, me permito llamar la atención acerca del error que supone centrar la divulgación y los talleres de trabajo de la Industria 4.0 en las tecnologías facilitadoras, relegando a las personas, al cambio cultural y al diseño organizativo a un discreto segundo plano.
La percepción de que la industria necesita nuevos perfiles competenciales es compartida por todos los agentes del sistema. Sin embargo, no nos ponemos de acuerdo en el papel que a cada uno le corresponde. Observamos con frecuencia el proceso de transferencia de responsabilidad que en materia formativa se realiza desde la empresa hacia el sistema educativo. Considero que es un error, ya que la formación y motivación de los empleados es una responsabilidad indelegable de la empresa, la cual encuentra causa principal en el conocimiento que ella tiene acerca de sus necesidades y carencias. De otra parte, la función que le corresponde al sistema educativo es la de preparar personas que destaquen por su capacidad para adaptarse a las tendencias futuras, concibiendo el aprendizaje como una espiral que se nuclea en torno a lo fundamental - competencias básicas - y que crece abarcando nuevos campos del saber, cada vez más extensos y complementarios. Y en la base, la dimensión más íntima, la de la persona y su circunstancia, que en el ejercicio de su libertad individual y confrontando las limitaciones que le puedan constreñir, opta por crecer en conocimiento y responsabilidad o por subsumirse en el magma de la rutina; debiendo aceptar las consecuencias de sus decisiones.
Crear las condiciones que permitan captar, desarrollar y retener talento es ya la principal tarea en la que debe ocuparse no sólo el departamento de recursos humanos sino toda la organización. Es una constatación empírica que el sentido de pertenencia a una compañía o proyecto ha dejado de ser un factor de anclaje para muchas personas. La demanda de profesionales con habilidades digitales y mente analítica que requerirá la Industria 4.0 no hará sino agravar el problema. Las organizaciones que no evolucionen en la dirección expuesta verán limitadas sus capacidades de desarrollo por una acuciante falta de talento. La tecnología se puede adquirir, aunque resulte onerosa; el talento es difícil de desarrollar, de motivar y de retener. Sin él no se creará el excedente de valor requerido para proyectar la empresa hacia el futuro.
Las organizaciones que no evolucionen en la dirección expuesta verán limitadas sus capacidades de desarrollo por una acuciante falta de talento
La industria 4.0 llama a la puerta de la Pyme y ésta, en muchos casos, comprueba que no está preparada para recibirla porque ni su organización, ni los procedimientos de negocio, ni las personas se han adaptado al nuevo paradigma. Constatarlo y reconocerlo es el primer paso para emprender el camino de la transformación organizativa. La brecha no es sólo tecnológica, que también, sino cultural. Para que ésta no siga creciendo es necesario Transformar y Digitalizar la empresa.